viernes, 18 de febrero de 2022

 

¡ALARMA!

 

La crisis de Ucrania nos ha vuelto a traer las voces alarmistas, y en buena parte manipuladas, sobre una invasión militar rusa en ese antiguo país de la Unión Soviética.

El presidente norteamericano, Joe Biden, y su secretario de Exteriores, Blinken, nos han duchado día tras día sobre esa invasión, diciéndonos que tienen la seguridad de que Putin a enviar sus carros de combate en una semana; en unos días; en unas horas; que es inminente. Nada de esto ha ocurrido hasta ahora, aunque es verdad que podría producirse.

La enviada especial en Kiev de un gran diario español, señalaba que el día en que Biden estaba convencido de que la invasión ocurriría en horas, la población de la capital ucrania vivía con total normalidad sin hacer caso a las predicciones catastróficas del inquilino de la Casa Blanca.

Y hasta el presidente ucranio, Zelensky, mostraba su malhumor hacia los vaticinios de Biden, Blinken, la CIA y otros etcéteras, criticando que este alarmismo estaba causando una atmosfera de pánico entre sus ciudadanos. Zelensky intentaba así requerir a Biden que se calmara y no siguiera con el juego del alarmismo.

Lo triste es que la prensa española, en su inmensa mayoría, ha repetido a diario las alarmas de Biden y ha pasado en silencio, o en muy pocas líneas, las declaraciones de Putin y de su ministro, Levrov, desmintiéndolas.

Que la prensa occidental defienda a Occidente, a la OTAN y a todos sus políticos, oarece ser algo natural y reiterativo, pero no por ello es menos criticable. Los Estados Unidos han empleado a fondo la parte sicológica y propagandística de una guerra, pero ello no les da razón para que la prensa europea no actúe con moderación y sin alarmismo.

No hay que cubrirse con la piel del oso antes de matarlo; y no hay que lanzar al vuelo las campanas de la guerra mientras la “víctima” de una presunta agresión rusa no se haya invadida y verificado por fuentes credibles.

Nadie quiere una Ucrania avasallada, pero ningún lector desea tampoco que la desinformación sea el plato de cada día. La alarma no es imparcial; la desnformación mucho menos.

Ucrania es un país más complejo que el mostrado por Biden. Allí existe una amplia mayoría de habla rusa que siempre ha mantenido buenas relaciones con el vecino. Al  oeste, la mayoría es pro-occidental y quisiera que se le ayudara a tener una mejor vida, … pero al mismo tiempo, y contrariamente a los que ventea Washington, este mejor nivel de vida no lo relaciona la gente en entrar en la OTAN. En sus tiempos, nunca sostuvieron la presencia del Pacto de Varsovia, y están cansados y hartos de verse abocados a una alianza militarista.

Hace años estuvimos en Kiev y nos trasladamos a Lugansk. Allí había un sentimiento profundo favorable a Rusia, en buena parte por practicar su lengua. Pero en ningún momento nos dijeron que apoyarían el separatismo, cosa que luego ocurrió lamentablemente,

 

manuel ostos

 

miércoles, 17 de junio de 2020

EL PEOR DE LOS HALCONES

 

Al presidente, Donald Trump, no le faltan sus enemigos. Hasta ahora, el último de la lista es el exconsejero nacional de seguridad, John Bolton, uno de los políticos más conservadores del “establishment” estadounidense, ferreo partidario de la acción dura en la política exterior, calificado por sus propios amigos de “halcón entre los halcones”.  

A Bolton hay que acreditarle haber sido el promotor de la invasión de Irak cuando era asesor del presidente, George W. Bush. Juró entonces que Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva y consiguió enrolar en ese montaje al que era, entonces, el secretario de Estado, Colin Powell.

Al igual que otros altos funcionarios de la Casa Blanca que fueron despedidos por Trump, incluidos varios generales de cuatro estrellas, Bolton se puso a escribir un libro sobre su trabajo en el ala oeste de la residencia presidencial, y sus conversaciones con el presidente en el despacho de este último. La obra, bajo el sugestivo título de “The Room Where It Happened: A White House Memoir” (La habitación en la que esto sucedió: Recuerdos de la Casa Blanca) será puesta en venta el próximo martes por el prestigioso editor “Simon and Schuster”·

Pero todavía pueden producirse sorpresas, teniendo en cuenta que tanto la Casa Blanca como Trump han decidido atacar a Bolton por “divulgar secretos de estado”, lo que podría terminar ante los tribunales.

Según las normas del Consejo Nacional de Seguridad, el alto personal de la Casa Blanca no puede publicar sus memorias antes de que el manuscrito le sea sometido por su valoración. Y el presidente de los EEUU que ha calificado a su antiguo asesor de seguridad nacional de “traidor” parece estar dispuesto a que la obra no salga a la luz pública.

Bolton y su editor han asegurado que no existe en el manuscrito nada que pueda ser calificado de secreto de estado, y que por tanto no se va a poner en tela de juicio la seguridad de los Estados Unidos.

No obstante ello, en los avances del libro dado a conocer por el editor figuran comentarios muy ácidos sobre la manera de comportarse de Trump y su errática visión sobre los asuntos que transitan por su despacho, tanto en temas de orden nacional como de los más delicados de la política exterior.

Cuando Bolton coincide con el partido demócrata de que pidió al presidente de Ucrania que investigara sobre el hijo de exvicepresidente, Joe Biden, a cambio de garantizarle una ayuda militar, no está revelando nada nuevo. Ese fue el asunto que condujo a los demócratas a organizar un proceso de destitución contra Trump, que a la postre estaba condenado al fracaso por el partido republicano, con mayoría en el Senado, no lo permitiría, como así ocurrió.

Trump no se ha detenido en chinitas al afirmar que todas y cada una de las conversaciones que mantuvo con Bolton “tête à tête” son secretos de estado que no pueden violarse. Una opinión probablemente exagerada pero que traduce bien el estilo del presidente.

¿Qué secretos puede revelar Bolton? Sus conversaciones con Trump tuvieron como temario un vasto panorama: Rusia, China, Norcorea, Iran, Venezuela, Siria, etc. Hay temas a espuertas pero secretos de verdad que puedan poner en peligro la seguridad nacional de los EEUU son difíciles de prever. Bolton es lo suficientemente inteligente para haberse reservados los asuntos más sensibles.

Lo que sí puede interesar al lector es la descripción del caótico y depresivo clima que impera en la Casa Blanca, y en particular en el ala oeste, la más sensible. Pero todo ello no es nuevo. Otros altos funcionarios que abandonaron la sede presidencial ya han narrado el “clima de locos” que planea sobre los despachos. Bolton no puede añadir gran cosa.

Tampoco es nuevo que Bolton afirme que a Trump lo primero que le importa es ser reelegido en noviembre y que “todo lo que hace” tiene esa finalidad, aunque la apostilla resulta también exagerada.

Quienes se han pronunciado contra el libro dicen, con atino, que si Bolton hubiera tenido argumentos de verdadero peso contra Trump lo lógico hubiera sido haberlos expuestos en el Congreso durante el proceso de destitución. No lo hizo, no porque los hubiera reservado para sus lectores, sino porque en el fondo no los poseía. Bolton, añade, no tiene otro objetivo que ganar un buen montón de dinero con su libro, y presentarse como una víctima expiatoria.

Tal vez la mejor imagen de Bolton, y de sus demonios interiores, la diera al ser contratado por la cadena conservadora Fox News antes de ser llamado por Trump a su lado. Oyendo y viendo a Bolton era como volver a la guerra fría, o dicho mejor a la guerra caliente, porque su argumentario sostenía que los EEUU debían entrar en guerra contra todo aquel que cuestionara su “leadership” como guardián del orden internacional: un halcón peligroso.

 

manuel ostos

molop1943@gmail.com


domingo, 5 de enero de 2020

EL HONOR Y EL SILLON


Las cuentas están hechas. España contará este martes con el primer gobierno de coalición de la democracia; el resultado de un compromiso entre el socialista, Pedro Sánchez, el filocomunista, Pablo Iglesias, y la ERC independentista.
Envuelto en las contradicciones, que lo han venido caracterizando, Sánchez ha entrado de lleno en un mesianismo dudoso que le puede pasar en tiempo indeterminado una grave factura.
Y esto es así porque haber apelado a Podemos y a la ERC para mantenerse en la Moncloa, no es un simple ejercicio político sin riesgos ni reproches; ya se podrá ver más pronto que tarde.
Lo primero que a los españoles nos viene en mente, ante estos hechos, es que Sánchez no es hombre de fiar, por mucho que afirme que entre las concesiones que brindará al independentismo catalán no figure el derecho a la autodeterminación; que por cierto no existe en ni una sola de las Constituciones europeas.
Sánchez las va a tener muy difíciles con los secesionistas catalanes, porque todos ellos (JxCat, ERC y CUP) se han dado como misión la de romper España y llevar a cabo lo que no pudieron hacer los republicanos a lo largo de nuestra guerra civil. Para estos partidos, que no representan más del 40 por ciento de los catalanes, la ocasión es propicia para regresar a otro 1936, aunque entienden que no les hará falta si el gobierno bipartito no tendrá otra alternativa que ir cediendo terreno paso a paso para preservar el inestable equilibrio actual.
Lo honrado para Sánchez hubiera sido apartarse de su obsesión por seguir al mando del ejecutivo, imitando el  “más vale honra sin barcos, que barcos sin honra”, como dijo Méndez Núñez. Esa actitud le hubiera portado el respeto de sus compatriotas. Continuar con el sillón con tan solo uno o dos votos de diferencia, en el segundo intento, le retratará como un político mediocre.
No se puede gobernar complaciendo a los que quieren hundir a España. La judicialización del grave problema de Cataluña significa el respecto a las leyes. Es una barbaridad presionar a la abogacía del Estado como ha venido denunciándose en el campo de ésta última.
Tampoco se puede afirmar un día que no aceptará las exigencias de los filocomunistas, para entregarles al otro día una vicepresidencia y cuatro ministerios. Por continuar en el sillón, Sánchez ha vendido su alma al diablo. Los españoles no lo echaremos en saco roto.


Manuel Ostos


5/1/20

viernes, 5 de julio de 2019




BILD today publishes the news of the rape of an 18-year-old German girl in Mallorca by four Germans. But BILD does not explain that the rapists are Germans of Turkish origin. That is, they are TURKS before German. This is the problem we have in Europe; the existence of Muslims who do not adapt to our culture or our customs and in whose ranks there are criminals, rapists and thieves. This is the gift of Erdogan and his predecessors. Luckily these Turks with German passports will be condemned by the Spanish Justice.
Thanks and regards
Manuel Ostos
Journalist of the Spanish press agency (retired)
molop1943@gmail.com

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miércoles, 24 de abril de 2019









         TRUMP: ¿UN ACCIDENTE DE LA HISTORIA?


Con su carácter volátil, su probado racismo, sus mentiras y su eterno sarcasmo, Donald Trump pasará posiblemente a la historia como el presidente más controvertido y hasta detestado en las propias filas de su partido. Pero su presidencia ¿es un accidente de la historia? Algunos políticos estadounidenses lo creen así, pero otros lo niegan. Para estos últimos Trump es el resultado de un logaritmo creado por el “establecimiento”, en el que dominan los intereses de la poderosa clase industrial, militar y energética.

Para el embajador francés en Washington, Gérard Arnaud, sería una simple fantasía imaginar que Trump es un accidente. No lo sería porque hacía falta que un presidente se pusiera cuerpo y alma al lado de Israel; abandonara la idea de buscar un compromiso aceptable por los palestinos; detestara una emigración acusada de todos los males que sufre la gran América, y mostrara ostensiblemente su apego a la supremacía blanca.

Veamos los resultados: En Oriente Medio, su emisario e hijo político, Jared Kushner, es un inepto, tal y como indica el embajador galo. No conoce la historia de esa región y asume que su misión es sostener a Israel cueste lo que cueste. Lo que piensen los palestinos le interesa muy poco, porque las reglas del juego las marca Israel.

Tampoco ha movido un dedo para aconsejar a Netanyahu que no anexionara el Golán ocupado o el reguero de colonias en Cisjordania. El embajador Arnaud estima, en consecuencia, que con las espaldas tan bien guardadas, el primer ministro israelí no hará la mínima concesión hacia los palestinos. Los acuerdos de Oslo están bien muertos.

En el mismo registro de concesiones a Israel, Trump quiere poner de rodillas a Irán. Ya no le basta haberse retirado del acuerdo nuclear con Teherán, firmado en 2015 junto a Rusia, China, Francia, Alemania y el Reino Unido. Ahora hay que impedir que Irán pueda vender una sola gota de petróleo. Las compañías occidentales que comercien con Teherán han sido puestas en una lista negra y están expuestas a represalias. El derecho internacional, las reglas del comercio mundial, se las salta Trump alegremente, y se felicita por ello.

Jaleado por su consejero de seguridad, John Bolton, un halcón entre los halcones, Trump hace también caso omiso de las organizaciones internacionales. Ya ha abandonado la UNESCO y el Consejo de la ONU sobre Derechos Humanos, y estaría dispuesto a irse de la ONU si no fuera porque ésta reside en territorio americano.

En otro ámbito, la era Trump se recordará también por haber abandonado en 2017 el acuerdo internacional sobre el clima firmado en París en diciembre de 2015. Al presidente norteamericano no le importa negar las advertencias de los científicos sobre el calentamiento global de nuestro planeta. Si una ola de frio golpea Nueva York, como sucedió a principios de año, declara ingenuamente: “¡Ven ustedes como el clima no se calienta!”

El informe presentado días atrás por el consejero especial, Rupert Muller, sobre una supuesta interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016, que vieron la victoria de Trump, no condena explícitamente al presidente, sin que lo exima por completo de haberse beneficiado de la operación fabricada por la inteligencia rusa.

Los hackers rusos lograron hacerse con 50.000 correos electrónicos de John Podesta, jefe de la campaña presidencial de Hilary Clinton, comunicándoselos a Julian Assange para ser publicados en Wikileaks. Esta acción perjudicó a la candidata del partido democrático y aventajó a Trump en el resultado final de los comicios.  El presidente mantiene que en ningún momento el informe Muller revela la existencia de una colusión entre su equipo y la presidencia rusa.

En las filas de los demócratas algunos han afirmado que no se opondrían a una operación de destitución de Trump, pero esta idea tiene escasas posibilidades, por no decir nulas, de prosperar. Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, se opone a ello, amén de que afectaría negativamente a toda la clase política.









jueves, 11 de abril de 2019








ASSANGE DETENIDO TRAS HABERLE RETIRADO EL ASILO ECUADOR

Pamela Anderson no es la única persona que se ha mostrado indignada por la detención de Julian Assange, sacado manu militare de la embajada ecuatoriana en Londres, tras la decisión del presidente Lenin Moreno de expulsarlo de la misma, haciendo caso omiso del asilo de que se beneficiaba el periodista desde hacía siete años.
Wikileaks ha marcado el camino del derecho a la información y de la osadía de sacar a relucir documentos que sus autores, políticos y militares, mantenían en un estricto secreto. Hemos sabido infinidad de veces que en los regímenes dictatoriales no existe la libertad de informar al público de lo que esté ocurriendo dentro y fuera de sus fronteras. La acusación es justa, pero también es procedente advertir y condenar los propios errores de las llamadas democracias occidentales. Y uno de los más importantes es, precisamente, la censura, los fake news tan en moda, la desinformación para esconder delitos de muy diversa naturaleza.
El caso Assange es, en ese marco, significativo. Desde que Wikileaks descubriera filtraciones de mensajes relacionados con la política exterior de los Estados Unidos, en número superior a los 250.000, en la Casa Blanca se consideraba prioritario cazar al periodista australiano y juzgarlo por alta traición, lo que podía desembocar en una condena de muerte.
Lenin Moreno dijo que Londres le dio seguridad de que el detenido no será extraditado a los Estados Unidos u otro país donde su vida estaría en peligro. ¿Pero puede darse credibilidad esa promesa?
En cuanto a la prensa violación de una ciudadana sueca de la que se acusa también a Assange, y que a raíz de esta detención ha vuelto a salir a la luz, no se puede dejar de lado la eventualidad de que eso forme parte del montaje internacional, con Washington en su cabecera, para terminar con Assange y amordazar a Wikileaks.
“La mano de la “democracia” estrangula a la libertad”, han dicho en Moscú, donde reside Edward Snowden, antiguo analista de la Agencia nacional de seguridad de los EEUU, que reveló una serie de programas de vigilancia de masa, convertido en otro de los objetivos del gobierno estadounidense.
¿Quién es capaz de asegurar que no vivimos en el mundo de Orwell?




miércoles, 30 de enero de 2019


VENEZUELA-TRUMP

Análisis del Washington Post, publicado el 30/01/18

El presidente Trump ha elegido un lado en el conflicto en Venezuela, donde el líder opositor Juan Guaidó se ha nombrado a sí mismo presidente interino luego de desafiar la legitimidad de la reciente reelección de Nicolás Maduro. Trump, junto con otros líderes internacionales, ha reconocido formalmente a Guaidó, promoviendo efectivamente el cambio de régimen en Venezuela.

Sin embargo, aunque el apoyo internacional reforzará el reclamo de Guaidó, la decisión de Trump de insertarse en una lucha por la democracia, ahora impulsada principalmente por los manifestantes en las calles de las ciudades venezolanas, no ayudará a Venezuela ni a Estados Unidos. Como un populista que usa y abusa de las reglas democráticas para socavar la democracia, Trump es incapaz de liderar una transición a la democracia en Venezuela. Y su interferencia es probable que empeore las cosas.

Estados Unidos ha participado en el derrocamiento de docenas de gobiernos latinoamericanos desde fines del siglo XIX. Estas intervenciones han tomado la forma de ataques militares directos, operaciones encubiertas (a menudo involucrando a la CIA) y ayuda a los actores internos que compiten por el poder. Al nombrar a Elliott Abrams como su hombre clave en Venezuela, la administración Trump abarca esa historia de intervenciones. Durante la presidencia de Reagan, Abrams fue central en las acciones de los Estados Unidos que resultaron en violaciones de derechos humanos en América Central. También fue declarado culpable de mentir al Congreso en la investigación contra Irán.

[La oposición de Venezuela en conversaciones con oficiales militares y civiles para expulsar a Maduro, Juan Guaidó dice en una entrevista]

Las amenazas de Trump de invadir Venezuela, junto con su nombramiento de Abrams, muestran que a pesar de que se opuso a la idea de la promoción de la democracia y el aventurero militar, Trump no pudo resistir el reflejo intervencionista del gobierno de los Estados Unidos. Ese reflejo, basado en la idea de que el hemisferio sigue siendo un área de la hegemonía de los EE. UU. Y que las fuerzas armadas de los EE. UU. Pueden "enseñar democracia" a países más pequeños, ha caracterizado la larga historia de las relaciones entre los Estados Unidos y América Latina. Como reflejo, funciona independientemente de la evidencia sobre sus efectos. Venezuela es un buen ejemplo: en 2002, el gobierno de George W. Bush, utilizando los servicios de Abrams, apoyó un golpe de estado fallido contra el entonces presidente Hugo Chávez. Chávez pronto consolidó su poder como héroe antiimperialista.

Entonces, ¿qué sugiere esta historia sobre los resultados probables de la intervención de los Estados Unidos en Venezuela hoy?

Uno de los resultados es que la estrategia pro-Guaidó de Trump fracasa: el gobierno de Maduro reprime violentamente la rebelión en las calles, y el país regresa al atolladero de mala gestión y miseria que en los últimos años ha creado una avalancha de refugiados de Venezuela. Esto parece menos probable que la última vez que Maduro sofocó la rebelión, en 2017, dado el frente unificado que ahora ofrece la oposición en la Asamblea Nacional y la actitud tibia de las fuerzas armadas.

Esto podría sugerir una segunda posibilidad, que también representaría un fracaso para Trump: que las fuerzas armadas eliminen a Maduro y aseguren la continuidad de sus privilegios y la mala gestión de la economía nacional. El Zimbabwe posterior a Robert Mugabe es un buen ejemplo de este tipo de "transición". No hay elecciones libres; La represión y la miseria económica quedan como antes. El actual presidente, Emmerson Mnangagwa, fue durante décadas el hacha de Mugabe y lideró algunos de los ataques más violentos contra los opositores políticos, que continuaron la semana pasada cuando la represión de su gobierno provocó 12 muertes, 78 víctimas de disparos, cientos de casos de agresiones o torturas. , y suficientes arrestos para llenar las cárceles más allá de su capacidad. El dictador se ha ido, pero sus antiguos compinches aún gobiernan el país sin un verdadero cambio democrático.

Una tercera opción en Venezuela se ha abierto con la entrada de Estados Unidos en la refriega. Las declaraciones agresivas y las amenazas de intervención provenientes del gobierno de Trump podrían resultar en un conflicto armado. Para el gobierno de Maduro, las amenazas de Washington y su reconocimiento de Guaidó son un regalo precioso: le permitirán reclamar una legitimidad renovada y consolidar el apoyo de las fuerzas armadas ante una amenaza externa. En este contexto, Jair Bolsonaro en Brasil y otros autodeclarados seguidores de Trump en América Latina contribuirían significativamente a una nueva América Latina que se parecería a la de los años de la Guerra Fría, cuando los regímenes autoritarios socavaron el estado de derecho y violaron los derechos humanos. con el respaldo y apoyo de Estados Unidos y, en el caso de Cuba, la Unión Soviética.

También hay una cuarta opción, una que sería bienvenida por la mayoría de las partes. Aunque varios países latinoamericanos y europeos han retirado su reconocimiento del gobierno de Maduro, México y Uruguay no lo han hecho. Como tales, podrían establecer una negociación pública con las diferentes partes, evitando tanto una guerra civil como una intervención extranjera.
La experiencia de Centroamérica muestra que las negociaciones regionales y multilaterales pueden poner fin a los conflictos. Los acuerdos de Esquipulas a mediados de los años ochenta ayudaron a dirigir el proceso de paz en El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Los acuerdos fueron en parte producto de la iniciativa Contadora, que involucró a Colombia, México, Panamá y Venezuela como intermediarios, y eventualmente llevó al final de las guerras civiles en la región centroamericana. En la situación actual, la intermediación de un resultado pacífico solo puede ser realizada por intermediarios que reconocen al gobierno de Maduro como un partido, negando el juicio sobre las formas en que ha podido mantenerse en el poder.

Sin embargo, la naturaleza autoritaria del liderazgo actual en Venezuela y los Estados Unidos milita contra esa solución. En la retórica de Maduro, todos los problemas en el país han sido causados ​​por los imperialistas de Washington. Hay un sector considerable en la izquierda en América Latina y Estados Unidos que está de acuerdo con esta evaluación, así como con la noción de que la opresión política y el sufrimiento que ha causado son herramientas justificables para un líder todopoderoso: primero Chávez y ahora , en menor medida, Maduro, que puede expresar y movilizar de manera única los sentimientos de las personas. Esta posición ahora está siendo respaldada por el gobierno ruso. El presidente Vladimir Putin recientemente desplegó dos bombarderos en Venezuela y advirtió a los Estados Unidos que no intervinieran.


Para Trump, su instinto determina si un régimen autoritario es bueno o malo. Aunque se siente atraído por gente como Putin, Kim Jong Un y Rodrigo Duterte, también es susceptible de demonizar a otras figuras autoritarias debido al estímulo, en este caso, de John Bolton en su Gabinete y Marco Rubio (R-Fla .) en el senado. Además de un esfuerzo multilateral de mediación, el único impedimento para que Trump convierta las amenazas en acción sería el rechazo del Congreso. Debido a que América Latina no es una alta prioridad en Washington, la intervención podría convertirse en una realidad. Respaldaría la asediada imagen de Trump como un líder fuerte y podría apuntalar sus deslizables encuestas mientras se dirige al 2020.

La situación interna en Venezuela se está convirtiendo en un concurso de implicaciones globales: el populismo extremista de derecha y su intervencionismo autoritario frente a los restos dictatoriales del régimen de Chávez. Aún está por verse si la democracia tiene un lugar en esta batalla. (fin)