viernes, 5 de julio de 2019




BILD today publishes the news of the rape of an 18-year-old German girl in Mallorca by four Germans. But BILD does not explain that the rapists are Germans of Turkish origin. That is, they are TURKS before German. This is the problem we have in Europe; the existence of Muslims who do not adapt to our culture or our customs and in whose ranks there are criminals, rapists and thieves. This is the gift of Erdogan and his predecessors. Luckily these Turks with German passports will be condemned by the Spanish Justice.
Thanks and regards
Manuel Ostos
Journalist of the Spanish press agency (retired)
molop1943@gmail.com

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miércoles, 24 de abril de 2019









         TRUMP: ¿UN ACCIDENTE DE LA HISTORIA?


Con su carácter volátil, su probado racismo, sus mentiras y su eterno sarcasmo, Donald Trump pasará posiblemente a la historia como el presidente más controvertido y hasta detestado en las propias filas de su partido. Pero su presidencia ¿es un accidente de la historia? Algunos políticos estadounidenses lo creen así, pero otros lo niegan. Para estos últimos Trump es el resultado de un logaritmo creado por el “establecimiento”, en el que dominan los intereses de la poderosa clase industrial, militar y energética.

Para el embajador francés en Washington, Gérard Arnaud, sería una simple fantasía imaginar que Trump es un accidente. No lo sería porque hacía falta que un presidente se pusiera cuerpo y alma al lado de Israel; abandonara la idea de buscar un compromiso aceptable por los palestinos; detestara una emigración acusada de todos los males que sufre la gran América, y mostrara ostensiblemente su apego a la supremacía blanca.

Veamos los resultados: En Oriente Medio, su emisario e hijo político, Jared Kushner, es un inepto, tal y como indica el embajador galo. No conoce la historia de esa región y asume que su misión es sostener a Israel cueste lo que cueste. Lo que piensen los palestinos le interesa muy poco, porque las reglas del juego las marca Israel.

Tampoco ha movido un dedo para aconsejar a Netanyahu que no anexionara el Golán ocupado o el reguero de colonias en Cisjordania. El embajador Arnaud estima, en consecuencia, que con las espaldas tan bien guardadas, el primer ministro israelí no hará la mínima concesión hacia los palestinos. Los acuerdos de Oslo están bien muertos.

En el mismo registro de concesiones a Israel, Trump quiere poner de rodillas a Irán. Ya no le basta haberse retirado del acuerdo nuclear con Teherán, firmado en 2015 junto a Rusia, China, Francia, Alemania y el Reino Unido. Ahora hay que impedir que Irán pueda vender una sola gota de petróleo. Las compañías occidentales que comercien con Teherán han sido puestas en una lista negra y están expuestas a represalias. El derecho internacional, las reglas del comercio mundial, se las salta Trump alegremente, y se felicita por ello.

Jaleado por su consejero de seguridad, John Bolton, un halcón entre los halcones, Trump hace también caso omiso de las organizaciones internacionales. Ya ha abandonado la UNESCO y el Consejo de la ONU sobre Derechos Humanos, y estaría dispuesto a irse de la ONU si no fuera porque ésta reside en territorio americano.

En otro ámbito, la era Trump se recordará también por haber abandonado en 2017 el acuerdo internacional sobre el clima firmado en París en diciembre de 2015. Al presidente norteamericano no le importa negar las advertencias de los científicos sobre el calentamiento global de nuestro planeta. Si una ola de frio golpea Nueva York, como sucedió a principios de año, declara ingenuamente: “¡Ven ustedes como el clima no se calienta!”

El informe presentado días atrás por el consejero especial, Rupert Muller, sobre una supuesta interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016, que vieron la victoria de Trump, no condena explícitamente al presidente, sin que lo exima por completo de haberse beneficiado de la operación fabricada por la inteligencia rusa.

Los hackers rusos lograron hacerse con 50.000 correos electrónicos de John Podesta, jefe de la campaña presidencial de Hilary Clinton, comunicándoselos a Julian Assange para ser publicados en Wikileaks. Esta acción perjudicó a la candidata del partido democrático y aventajó a Trump en el resultado final de los comicios.  El presidente mantiene que en ningún momento el informe Muller revela la existencia de una colusión entre su equipo y la presidencia rusa.

En las filas de los demócratas algunos han afirmado que no se opondrían a una operación de destitución de Trump, pero esta idea tiene escasas posibilidades, por no decir nulas, de prosperar. Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, se opone a ello, amén de que afectaría negativamente a toda la clase política.









jueves, 11 de abril de 2019








ASSANGE DETENIDO TRAS HABERLE RETIRADO EL ASILO ECUADOR

Pamela Anderson no es la única persona que se ha mostrado indignada por la detención de Julian Assange, sacado manu militare de la embajada ecuatoriana en Londres, tras la decisión del presidente Lenin Moreno de expulsarlo de la misma, haciendo caso omiso del asilo de que se beneficiaba el periodista desde hacía siete años.
Wikileaks ha marcado el camino del derecho a la información y de la osadía de sacar a relucir documentos que sus autores, políticos y militares, mantenían en un estricto secreto. Hemos sabido infinidad de veces que en los regímenes dictatoriales no existe la libertad de informar al público de lo que esté ocurriendo dentro y fuera de sus fronteras. La acusación es justa, pero también es procedente advertir y condenar los propios errores de las llamadas democracias occidentales. Y uno de los más importantes es, precisamente, la censura, los fake news tan en moda, la desinformación para esconder delitos de muy diversa naturaleza.
El caso Assange es, en ese marco, significativo. Desde que Wikileaks descubriera filtraciones de mensajes relacionados con la política exterior de los Estados Unidos, en número superior a los 250.000, en la Casa Blanca se consideraba prioritario cazar al periodista australiano y juzgarlo por alta traición, lo que podía desembocar en una condena de muerte.
Lenin Moreno dijo que Londres le dio seguridad de que el detenido no será extraditado a los Estados Unidos u otro país donde su vida estaría en peligro. ¿Pero puede darse credibilidad esa promesa?
En cuanto a la prensa violación de una ciudadana sueca de la que se acusa también a Assange, y que a raíz de esta detención ha vuelto a salir a la luz, no se puede dejar de lado la eventualidad de que eso forme parte del montaje internacional, con Washington en su cabecera, para terminar con Assange y amordazar a Wikileaks.
“La mano de la “democracia” estrangula a la libertad”, han dicho en Moscú, donde reside Edward Snowden, antiguo analista de la Agencia nacional de seguridad de los EEUU, que reveló una serie de programas de vigilancia de masa, convertido en otro de los objetivos del gobierno estadounidense.
¿Quién es capaz de asegurar que no vivimos en el mundo de Orwell?




miércoles, 30 de enero de 2019


VENEZUELA-TRUMP

Análisis del Washington Post, publicado el 30/01/18

El presidente Trump ha elegido un lado en el conflicto en Venezuela, donde el líder opositor Juan Guaidó se ha nombrado a sí mismo presidente interino luego de desafiar la legitimidad de la reciente reelección de Nicolás Maduro. Trump, junto con otros líderes internacionales, ha reconocido formalmente a Guaidó, promoviendo efectivamente el cambio de régimen en Venezuela.

Sin embargo, aunque el apoyo internacional reforzará el reclamo de Guaidó, la decisión de Trump de insertarse en una lucha por la democracia, ahora impulsada principalmente por los manifestantes en las calles de las ciudades venezolanas, no ayudará a Venezuela ni a Estados Unidos. Como un populista que usa y abusa de las reglas democráticas para socavar la democracia, Trump es incapaz de liderar una transición a la democracia en Venezuela. Y su interferencia es probable que empeore las cosas.

Estados Unidos ha participado en el derrocamiento de docenas de gobiernos latinoamericanos desde fines del siglo XIX. Estas intervenciones han tomado la forma de ataques militares directos, operaciones encubiertas (a menudo involucrando a la CIA) y ayuda a los actores internos que compiten por el poder. Al nombrar a Elliott Abrams como su hombre clave en Venezuela, la administración Trump abarca esa historia de intervenciones. Durante la presidencia de Reagan, Abrams fue central en las acciones de los Estados Unidos que resultaron en violaciones de derechos humanos en América Central. También fue declarado culpable de mentir al Congreso en la investigación contra Irán.

[La oposición de Venezuela en conversaciones con oficiales militares y civiles para expulsar a Maduro, Juan Guaidó dice en una entrevista]

Las amenazas de Trump de invadir Venezuela, junto con su nombramiento de Abrams, muestran que a pesar de que se opuso a la idea de la promoción de la democracia y el aventurero militar, Trump no pudo resistir el reflejo intervencionista del gobierno de los Estados Unidos. Ese reflejo, basado en la idea de que el hemisferio sigue siendo un área de la hegemonía de los EE. UU. Y que las fuerzas armadas de los EE. UU. Pueden "enseñar democracia" a países más pequeños, ha caracterizado la larga historia de las relaciones entre los Estados Unidos y América Latina. Como reflejo, funciona independientemente de la evidencia sobre sus efectos. Venezuela es un buen ejemplo: en 2002, el gobierno de George W. Bush, utilizando los servicios de Abrams, apoyó un golpe de estado fallido contra el entonces presidente Hugo Chávez. Chávez pronto consolidó su poder como héroe antiimperialista.

Entonces, ¿qué sugiere esta historia sobre los resultados probables de la intervención de los Estados Unidos en Venezuela hoy?

Uno de los resultados es que la estrategia pro-Guaidó de Trump fracasa: el gobierno de Maduro reprime violentamente la rebelión en las calles, y el país regresa al atolladero de mala gestión y miseria que en los últimos años ha creado una avalancha de refugiados de Venezuela. Esto parece menos probable que la última vez que Maduro sofocó la rebelión, en 2017, dado el frente unificado que ahora ofrece la oposición en la Asamblea Nacional y la actitud tibia de las fuerzas armadas.

Esto podría sugerir una segunda posibilidad, que también representaría un fracaso para Trump: que las fuerzas armadas eliminen a Maduro y aseguren la continuidad de sus privilegios y la mala gestión de la economía nacional. El Zimbabwe posterior a Robert Mugabe es un buen ejemplo de este tipo de "transición". No hay elecciones libres; La represión y la miseria económica quedan como antes. El actual presidente, Emmerson Mnangagwa, fue durante décadas el hacha de Mugabe y lideró algunos de los ataques más violentos contra los opositores políticos, que continuaron la semana pasada cuando la represión de su gobierno provocó 12 muertes, 78 víctimas de disparos, cientos de casos de agresiones o torturas. , y suficientes arrestos para llenar las cárceles más allá de su capacidad. El dictador se ha ido, pero sus antiguos compinches aún gobiernan el país sin un verdadero cambio democrático.

Una tercera opción en Venezuela se ha abierto con la entrada de Estados Unidos en la refriega. Las declaraciones agresivas y las amenazas de intervención provenientes del gobierno de Trump podrían resultar en un conflicto armado. Para el gobierno de Maduro, las amenazas de Washington y su reconocimiento de Guaidó son un regalo precioso: le permitirán reclamar una legitimidad renovada y consolidar el apoyo de las fuerzas armadas ante una amenaza externa. En este contexto, Jair Bolsonaro en Brasil y otros autodeclarados seguidores de Trump en América Latina contribuirían significativamente a una nueva América Latina que se parecería a la de los años de la Guerra Fría, cuando los regímenes autoritarios socavaron el estado de derecho y violaron los derechos humanos. con el respaldo y apoyo de Estados Unidos y, en el caso de Cuba, la Unión Soviética.

También hay una cuarta opción, una que sería bienvenida por la mayoría de las partes. Aunque varios países latinoamericanos y europeos han retirado su reconocimiento del gobierno de Maduro, México y Uruguay no lo han hecho. Como tales, podrían establecer una negociación pública con las diferentes partes, evitando tanto una guerra civil como una intervención extranjera.
La experiencia de Centroamérica muestra que las negociaciones regionales y multilaterales pueden poner fin a los conflictos. Los acuerdos de Esquipulas a mediados de los años ochenta ayudaron a dirigir el proceso de paz en El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Los acuerdos fueron en parte producto de la iniciativa Contadora, que involucró a Colombia, México, Panamá y Venezuela como intermediarios, y eventualmente llevó al final de las guerras civiles en la región centroamericana. En la situación actual, la intermediación de un resultado pacífico solo puede ser realizada por intermediarios que reconocen al gobierno de Maduro como un partido, negando el juicio sobre las formas en que ha podido mantenerse en el poder.

Sin embargo, la naturaleza autoritaria del liderazgo actual en Venezuela y los Estados Unidos milita contra esa solución. En la retórica de Maduro, todos los problemas en el país han sido causados ​​por los imperialistas de Washington. Hay un sector considerable en la izquierda en América Latina y Estados Unidos que está de acuerdo con esta evaluación, así como con la noción de que la opresión política y el sufrimiento que ha causado son herramientas justificables para un líder todopoderoso: primero Chávez y ahora , en menor medida, Maduro, que puede expresar y movilizar de manera única los sentimientos de las personas. Esta posición ahora está siendo respaldada por el gobierno ruso. El presidente Vladimir Putin recientemente desplegó dos bombarderos en Venezuela y advirtió a los Estados Unidos que no intervinieran.


Para Trump, su instinto determina si un régimen autoritario es bueno o malo. Aunque se siente atraído por gente como Putin, Kim Jong Un y Rodrigo Duterte, también es susceptible de demonizar a otras figuras autoritarias debido al estímulo, en este caso, de John Bolton en su Gabinete y Marco Rubio (R-Fla .) en el senado. Además de un esfuerzo multilateral de mediación, el único impedimento para que Trump convierta las amenazas en acción sería el rechazo del Congreso. Debido a que América Latina no es una alta prioridad en Washington, la intervención podría convertirse en una realidad. Respaldaría la asediada imagen de Trump como un líder fuerte y podría apuntalar sus deslizables encuestas mientras se dirige al 2020.

La situación interna en Venezuela se está convirtiendo en un concurso de implicaciones globales: el populismo extremista de derecha y su intervencionismo autoritario frente a los restos dictatoriales del régimen de Chávez. Aún está por verse si la democracia tiene un lugar en esta batalla. (fin)