ASSANGE DETENIDO TRAS HABERLE RETIRADO EL ASILO ECUADOR
Pamela Anderson no es la única persona que se ha mostrado
indignada por la detención de Julian Assange, sacado manu militare de la
embajada ecuatoriana en Londres, tras la decisión del presidente Lenin Moreno
de expulsarlo de la misma, haciendo caso omiso del asilo de que se beneficiaba
el periodista desde hacía siete años.
Wikileaks ha marcado el camino del derecho a la información
y de la osadía de sacar a relucir documentos que sus autores, políticos y
militares, mantenían en un estricto secreto. Hemos sabido infinidad de veces
que en los regímenes dictatoriales no existe la libertad de informar al público
de lo que esté ocurriendo dentro y fuera de sus fronteras. La acusación es
justa, pero también es procedente advertir y condenar los propios errores de
las llamadas democracias occidentales. Y uno de los más importantes es,
precisamente, la censura, los fake news tan en moda, la desinformación para esconder
delitos de muy diversa naturaleza.
El caso Assange es, en ese marco, significativo. Desde que
Wikileaks descubriera filtraciones de mensajes relacionados con la política
exterior de los Estados Unidos, en número superior a los 250.000, en la Casa
Blanca se consideraba prioritario cazar al periodista australiano y juzgarlo
por alta traición, lo que podía desembocar en una condena de muerte.
Lenin Moreno dijo que Londres le dio seguridad de que el
detenido no será extraditado a los Estados Unidos u otro país donde su vida
estaría en peligro. ¿Pero puede darse credibilidad esa promesa?
En cuanto a la prensa violación de una ciudadana sueca de la
que se acusa también a Assange, y que a raíz de esta detención ha vuelto a
salir a la luz, no se puede dejar de lado la eventualidad de que eso forme
parte del montaje internacional, con Washington en su cabecera, para terminar con
Assange y amordazar a Wikileaks.
“La mano de la “democracia” estrangula a la libertad”, han
dicho en Moscú, donde reside Edward Snowden, antiguo analista de la Agencia
nacional de seguridad de los EEUU, que reveló una serie de programas de
vigilancia de masa, convertido en otro de los objetivos del gobierno
estadounidense.
¿Quién es capaz de asegurar que no vivimos en el mundo de
Orwell?
No hay comentarios:
Publicar un comentario