jueves, 11 de abril de 2019








ASSANGE DETENIDO TRAS HABERLE RETIRADO EL ASILO ECUADOR

Pamela Anderson no es la única persona que se ha mostrado indignada por la detención de Julian Assange, sacado manu militare de la embajada ecuatoriana en Londres, tras la decisión del presidente Lenin Moreno de expulsarlo de la misma, haciendo caso omiso del asilo de que se beneficiaba el periodista desde hacía siete años.
Wikileaks ha marcado el camino del derecho a la información y de la osadía de sacar a relucir documentos que sus autores, políticos y militares, mantenían en un estricto secreto. Hemos sabido infinidad de veces que en los regímenes dictatoriales no existe la libertad de informar al público de lo que esté ocurriendo dentro y fuera de sus fronteras. La acusación es justa, pero también es procedente advertir y condenar los propios errores de las llamadas democracias occidentales. Y uno de los más importantes es, precisamente, la censura, los fake news tan en moda, la desinformación para esconder delitos de muy diversa naturaleza.
El caso Assange es, en ese marco, significativo. Desde que Wikileaks descubriera filtraciones de mensajes relacionados con la política exterior de los Estados Unidos, en número superior a los 250.000, en la Casa Blanca se consideraba prioritario cazar al periodista australiano y juzgarlo por alta traición, lo que podía desembocar en una condena de muerte.
Lenin Moreno dijo que Londres le dio seguridad de que el detenido no será extraditado a los Estados Unidos u otro país donde su vida estaría en peligro. ¿Pero puede darse credibilidad esa promesa?
En cuanto a la prensa violación de una ciudadana sueca de la que se acusa también a Assange, y que a raíz de esta detención ha vuelto a salir a la luz, no se puede dejar de lado la eventualidad de que eso forme parte del montaje internacional, con Washington en su cabecera, para terminar con Assange y amordazar a Wikileaks.
“La mano de la “democracia” estrangula a la libertad”, han dicho en Moscú, donde reside Edward Snowden, antiguo analista de la Agencia nacional de seguridad de los EEUU, que reveló una serie de programas de vigilancia de masa, convertido en otro de los objetivos del gobierno estadounidense.
¿Quién es capaz de asegurar que no vivimos en el mundo de Orwell?




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