miércoles, 28 de febrero de 2018


LOS MONJES DE TIBEHERINE SERAN BEATIFICADOS

Veintidos años después de haber sido asesinados, los siete monjes trapistas del Monasterio argelino de Tibeherine han sido reconocidos “mártires” por el Vaticano, primer paso para ser posteriormente beatificados.
En plena guerra de Argelia contra el terrorismo islamista, los monjes franceses se habían negado a abandonar su Monasterio del Atlas, situado a 80 kms. Al sur de Argel.
La región de Medea, donde esta situado el edificio, era un hervidero de grupos terroristas. El principal de ellos era el Grupo Islámico Armado (GIA). Los monjes, uno de los cuales tenían conocimientos médicos, recibían en el Monasterio a los terroristas heridos, de la misma forma que curaban y entregaban medicinas a los lugareños. Los monjes eran apreciados por las gentes, labriegos en su mayor parte, y hasta el GIA, que los visitaba de vez en cuando, parecía haberse acostumbrado a un modus vivendi pacifico con los religiosos.
En una breve entrevista telefónica que pude sostener con el hermano Celestin éste me aseguró que no abandonarían su misión “porque creemos que nadie quiere hacernos mal”.
“Nosotros ayudaremos en todo lo que podamos a los hermanos de la llanura y a los hermanos de la montaña”, añadió. Los “de la montaña” era su forma de referirse a los terroristas.
Por eso, pareció incomprensible cuando en la noche del 26 de marzo de 1996 un presunto comando del GIA se personó en el Monasterio, como hacía de costumbre, obligando a los religiosos a seguirles hacia un destino desconocido.
El 23 de mayo, el cabecilla principal del GIA, Djamel Zituni, anunció en un comunicado la autoría del secuestro, proponiendo su liberación a cambio de que varios miembros del grupo islamista, en prisión, fueran liberados.
A partir de entonces la historia se convierte en un nudo enrevesado de situaciones en las que intervienen los servicios secretos argelinos y franceses, que en este caso investigaron por su cuenta sin cooperar ni intercambiar lo que sabían.
El 30 de abril un individuo, identificándose como Abdulla, se presentó ante la embajada de Francia en Argel pidiendo ser recibido por algún oficial de los servicios secretos galos. Un miembro importante de esos servicios aceptó recibirle cuando le comunicó que tenía “un encargo de los monjes”.
Abdulla entregó una casette con una grabación hecha por los monjes secuestrados, que pudo ser verificada. En una nota adjunta, Zituni afirmaba que los liberaría si Francia ayudara a liberar a varios islamistas detenidos.
Los servicios franceses le dieron al emisario un código para concertar otra entrevista, sin comunicar a la inteligencia argelina.
La nueva entrevista nunca tuvo lugar porque el emisario no volvió a aparecer. En Argel se dio por seguro que los servicios argelinos se las habían arreglado para conocer la entrevista de la embajada y dieron muerte a Abdulla, aunque esto nunca fue reconocido oficialmente.
En plena guerra interna entre servicios secretos, e incluso entre los propios servicios rivales franceses que deseaban apuntarse el tanto de la liberación de los monjes, el GIA anunció en otro comunicado fechado el 21 de mayo que había asesinado a los religiosos asumiendo que habían fallado las negociaciones con Francia.
Dos días después, el gobierno argelino anunció que había localizado las cabezas de los monjes en un arcén de una carretera de la localidad de Medea. Sus cuerpos nunca fueron hallados. Las cabezas fueron los únicos restos enterrados en una ceremonia que tuvo lugar en la Basílica Nuestra Señora de África, en Argel, el 2 de junio de 1996. Se da el caso de que en la misma ceremonia fue enterrado a sus 92 años el histórico Arzobispo de Argel, el Cardenal Leon Duval, quien durante la guerra colonial ayudó al Frente de Liberación Nacional (FLN y, a la liberación del país, adoptó la nacionalidad argelina. Duval “murió de dolor por la pérdida de los monjes”, se dijo entonces.
El misterio del asesinato de los monjes ha tenido tantas explicaciones diferentes que nadie sabe con seguridad su verdadera historia. Varios antiguos oficiales de los servicios secretos argelinos que se exiliaron en Francia afirmaron que los monjes murieron cuando desde un helicóptero el ejército localizó un campamento del GIA y los ametralló sin saber que los religiosos estaban allí. Esa versión es la prima entre los medios de la seguridad francesa y de las autoridades religiosas.
Argel mantiene que fue el GIA el autor de la matanza, pero esa versión empezó a enflaquecer cuando, según los oficiales argelinos exiliados en Francia y Suiza, se afirmó que Zituni trabajaba bajo las órdenes de los servicios secretos (la Dirección de Información y Seguridad, DRS por sus siglas en francés) y que Argel no quería que los monjes se eternizaran en su Monasterio.
En junio de 2016 forenses franceses pudieron autopsiar las cabezas de los monjes, una vez desenterradas, sin que resultado haya dado hasta ahora la menor pista sobre quien o quienes degollaron a los religiosos

manuel ostos