miércoles, 17 de junio de 2020

EL PEOR DE LOS HALCONES

 

Al presidente, Donald Trump, no le faltan sus enemigos. Hasta ahora, el último de la lista es el exconsejero nacional de seguridad, John Bolton, uno de los políticos más conservadores del “establishment” estadounidense, ferreo partidario de la acción dura en la política exterior, calificado por sus propios amigos de “halcón entre los halcones”.  

A Bolton hay que acreditarle haber sido el promotor de la invasión de Irak cuando era asesor del presidente, George W. Bush. Juró entonces que Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva y consiguió enrolar en ese montaje al que era, entonces, el secretario de Estado, Colin Powell.

Al igual que otros altos funcionarios de la Casa Blanca que fueron despedidos por Trump, incluidos varios generales de cuatro estrellas, Bolton se puso a escribir un libro sobre su trabajo en el ala oeste de la residencia presidencial, y sus conversaciones con el presidente en el despacho de este último. La obra, bajo el sugestivo título de “The Room Where It Happened: A White House Memoir” (La habitación en la que esto sucedió: Recuerdos de la Casa Blanca) será puesta en venta el próximo martes por el prestigioso editor “Simon and Schuster”·

Pero todavía pueden producirse sorpresas, teniendo en cuenta que tanto la Casa Blanca como Trump han decidido atacar a Bolton por “divulgar secretos de estado”, lo que podría terminar ante los tribunales.

Según las normas del Consejo Nacional de Seguridad, el alto personal de la Casa Blanca no puede publicar sus memorias antes de que el manuscrito le sea sometido por su valoración. Y el presidente de los EEUU que ha calificado a su antiguo asesor de seguridad nacional de “traidor” parece estar dispuesto a que la obra no salga a la luz pública.

Bolton y su editor han asegurado que no existe en el manuscrito nada que pueda ser calificado de secreto de estado, y que por tanto no se va a poner en tela de juicio la seguridad de los Estados Unidos.

No obstante ello, en los avances del libro dado a conocer por el editor figuran comentarios muy ácidos sobre la manera de comportarse de Trump y su errática visión sobre los asuntos que transitan por su despacho, tanto en temas de orden nacional como de los más delicados de la política exterior.

Cuando Bolton coincide con el partido demócrata de que pidió al presidente de Ucrania que investigara sobre el hijo de exvicepresidente, Joe Biden, a cambio de garantizarle una ayuda militar, no está revelando nada nuevo. Ese fue el asunto que condujo a los demócratas a organizar un proceso de destitución contra Trump, que a la postre estaba condenado al fracaso por el partido republicano, con mayoría en el Senado, no lo permitiría, como así ocurrió.

Trump no se ha detenido en chinitas al afirmar que todas y cada una de las conversaciones que mantuvo con Bolton “tête à tête” son secretos de estado que no pueden violarse. Una opinión probablemente exagerada pero que traduce bien el estilo del presidente.

¿Qué secretos puede revelar Bolton? Sus conversaciones con Trump tuvieron como temario un vasto panorama: Rusia, China, Norcorea, Iran, Venezuela, Siria, etc. Hay temas a espuertas pero secretos de verdad que puedan poner en peligro la seguridad nacional de los EEUU son difíciles de prever. Bolton es lo suficientemente inteligente para haberse reservados los asuntos más sensibles.

Lo que sí puede interesar al lector es la descripción del caótico y depresivo clima que impera en la Casa Blanca, y en particular en el ala oeste, la más sensible. Pero todo ello no es nuevo. Otros altos funcionarios que abandonaron la sede presidencial ya han narrado el “clima de locos” que planea sobre los despachos. Bolton no puede añadir gran cosa.

Tampoco es nuevo que Bolton afirme que a Trump lo primero que le importa es ser reelegido en noviembre y que “todo lo que hace” tiene esa finalidad, aunque la apostilla resulta también exagerada.

Quienes se han pronunciado contra el libro dicen, con atino, que si Bolton hubiera tenido argumentos de verdadero peso contra Trump lo lógico hubiera sido haberlos expuestos en el Congreso durante el proceso de destitución. No lo hizo, no porque los hubiera reservado para sus lectores, sino porque en el fondo no los poseía. Bolton, añade, no tiene otro objetivo que ganar un buen montón de dinero con su libro, y presentarse como una víctima expiatoria.

Tal vez la mejor imagen de Bolton, y de sus demonios interiores, la diera al ser contratado por la cadena conservadora Fox News antes de ser llamado por Trump a su lado. Oyendo y viendo a Bolton era como volver a la guerra fría, o dicho mejor a la guerra caliente, porque su argumentario sostenía que los EEUU debían entrar en guerra contra todo aquel que cuestionara su “leadership” como guardián del orden internacional: un halcón peligroso.

 

manuel ostos

molop1943@gmail.com