EL PEOR DE LOS HALCONES
Al presidente, Donald Trump, no le faltan sus enemigos.
Hasta ahora, el último de la lista es el exconsejero nacional de seguridad, John
Bolton, uno de los políticos más conservadores del “establishment”
estadounidense, ferreo partidario de la acción dura en la política exterior,
calificado por sus propios amigos de “halcón entre los halcones”.
A Bolton hay que acreditarle haber sido el promotor de la
invasión de Irak cuando era asesor del presidente, George W. Bush. Juró
entonces que Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva y consiguió
enrolar en ese montaje al que era, entonces, el secretario de Estado, Colin
Powell.
Al igual que otros altos funcionarios de la Casa Blanca que
fueron despedidos por Trump, incluidos varios generales de cuatro estrellas,
Bolton se puso a escribir un libro sobre su trabajo en el ala oeste de la
residencia presidencial, y sus conversaciones con el presidente en el despacho
de este último. La obra, bajo el sugestivo título de “The Room Where
It Happened: A White House Memoir” (La habitación en la que esto sucedió:
Recuerdos de la Casa Blanca) será puesta en venta el próximo martes por el
prestigioso editor “Simon and Schuster”·
Pero todavía pueden producirse sorpresas, teniendo en cuenta
que tanto la Casa Blanca como Trump han decidido atacar a Bolton por “divulgar
secretos de estado”, lo que podría terminar ante los tribunales.
Según las normas del Consejo Nacional de Seguridad, el alto
personal de la Casa Blanca no puede publicar sus memorias antes de que el manuscrito
le sea sometido por su valoración. Y el presidente de los EEUU que ha
calificado a su antiguo asesor de seguridad nacional de “traidor” parece estar
dispuesto a que la obra no salga a la luz pública.
Bolton y su editor han asegurado que no existe en el
manuscrito nada que pueda ser calificado de secreto de estado, y que por tanto
no se va a poner en tela de juicio la seguridad de los Estados Unidos.
No obstante ello, en los avances del libro dado a conocer
por el editor figuran comentarios muy ácidos sobre la manera de comportarse de
Trump y su errática visión sobre los asuntos que transitan por su despacho,
tanto en temas de orden nacional como de los más delicados de la política exterior.
Cuando Bolton coincide con el partido demócrata de que pidió
al presidente de Ucrania que investigara sobre el hijo de exvicepresidente, Joe
Biden, a cambio de garantizarle una ayuda militar, no está revelando nada
nuevo. Ese fue el asunto que condujo a los demócratas a organizar un proceso de
destitución contra Trump, que a la postre estaba condenado al fracaso por el partido
republicano, con mayoría en el Senado, no lo permitiría, como así ocurrió.
Trump no se ha detenido en chinitas al afirmar que todas y
cada una de las conversaciones que mantuvo con Bolton “tête à tête” son secretos
de estado que no pueden violarse. Una opinión probablemente exagerada pero que traduce
bien el estilo del presidente.
¿Qué secretos puede revelar Bolton? Sus conversaciones con
Trump tuvieron como temario un vasto panorama: Rusia, China, Norcorea, Iran, Venezuela,
Siria, etc. Hay temas a espuertas pero secretos de verdad que puedan poner en
peligro la seguridad nacional de los EEUU son difíciles de prever. Bolton es lo
suficientemente inteligente para haberse reservados los asuntos más sensibles.
Lo que sí puede interesar al lector es la descripción del
caótico y depresivo clima que impera en la Casa Blanca, y en particular en el
ala oeste, la más sensible. Pero todo ello no es nuevo. Otros altos funcionarios
que abandonaron la sede presidencial ya han narrado el “clima de locos” que
planea sobre los despachos. Bolton no puede añadir gran cosa.
Tampoco es nuevo que Bolton afirme que a Trump lo primero
que le importa es ser reelegido en noviembre y que “todo lo que hace” tiene esa
finalidad, aunque la apostilla resulta también exagerada.
Quienes se han pronunciado contra el libro dicen, con atino,
que si Bolton hubiera tenido argumentos de verdadero peso contra Trump lo
lógico hubiera sido haberlos expuestos en el Congreso durante el proceso de
destitución. No lo hizo, no porque los hubiera reservado para sus lectores,
sino porque en el fondo no los poseía. Bolton, añade, no tiene otro objetivo
que ganar un buen montón de dinero con su libro, y presentarse como una víctima
expiatoria.
Tal vez la mejor imagen de Bolton, y de sus demonios
interiores, la diera al ser contratado por la cadena conservadora Fox News
antes de ser llamado por Trump a su lado. Oyendo y viendo a Bolton era como
volver a la guerra fría, o dicho mejor a la guerra caliente, porque su
argumentario sostenía que los EEUU debían entrar en guerra contra todo aquel que
cuestionara su “leadership” como guardián del orden internacional: un halcón
peligroso.
manuel ostos
molop1943@gmail.com
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