domingo, 5 de enero de 2020

EL HONOR Y EL SILLON


Las cuentas están hechas. España contará este martes con el primer gobierno de coalición de la democracia; el resultado de un compromiso entre el socialista, Pedro Sánchez, el filocomunista, Pablo Iglesias, y la ERC independentista.
Envuelto en las contradicciones, que lo han venido caracterizando, Sánchez ha entrado de lleno en un mesianismo dudoso que le puede pasar en tiempo indeterminado una grave factura.
Y esto es así porque haber apelado a Podemos y a la ERC para mantenerse en la Moncloa, no es un simple ejercicio político sin riesgos ni reproches; ya se podrá ver más pronto que tarde.
Lo primero que a los españoles nos viene en mente, ante estos hechos, es que Sánchez no es hombre de fiar, por mucho que afirme que entre las concesiones que brindará al independentismo catalán no figure el derecho a la autodeterminación; que por cierto no existe en ni una sola de las Constituciones europeas.
Sánchez las va a tener muy difíciles con los secesionistas catalanes, porque todos ellos (JxCat, ERC y CUP) se han dado como misión la de romper España y llevar a cabo lo que no pudieron hacer los republicanos a lo largo de nuestra guerra civil. Para estos partidos, que no representan más del 40 por ciento de los catalanes, la ocasión es propicia para regresar a otro 1936, aunque entienden que no les hará falta si el gobierno bipartito no tendrá otra alternativa que ir cediendo terreno paso a paso para preservar el inestable equilibrio actual.
Lo honrado para Sánchez hubiera sido apartarse de su obsesión por seguir al mando del ejecutivo, imitando el  “más vale honra sin barcos, que barcos sin honra”, como dijo Méndez Núñez. Esa actitud le hubiera portado el respeto de sus compatriotas. Continuar con el sillón con tan solo uno o dos votos de diferencia, en el segundo intento, le retratará como un político mediocre.
No se puede gobernar complaciendo a los que quieren hundir a España. La judicialización del grave problema de Cataluña significa el respecto a las leyes. Es una barbaridad presionar a la abogacía del Estado como ha venido denunciándose en el campo de ésta última.
Tampoco se puede afirmar un día que no aceptará las exigencias de los filocomunistas, para entregarles al otro día una vicepresidencia y cuatro ministerios. Por continuar en el sillón, Sánchez ha vendido su alma al diablo. Los españoles no lo echaremos en saco roto.


Manuel Ostos


5/1/20