miércoles, 24 de abril de 2019









         TRUMP: ¿UN ACCIDENTE DE LA HISTORIA?


Con su carácter volátil, su probado racismo, sus mentiras y su eterno sarcasmo, Donald Trump pasará posiblemente a la historia como el presidente más controvertido y hasta detestado en las propias filas de su partido. Pero su presidencia ¿es un accidente de la historia? Algunos políticos estadounidenses lo creen así, pero otros lo niegan. Para estos últimos Trump es el resultado de un logaritmo creado por el “establecimiento”, en el que dominan los intereses de la poderosa clase industrial, militar y energética.

Para el embajador francés en Washington, Gérard Arnaud, sería una simple fantasía imaginar que Trump es un accidente. No lo sería porque hacía falta que un presidente se pusiera cuerpo y alma al lado de Israel; abandonara la idea de buscar un compromiso aceptable por los palestinos; detestara una emigración acusada de todos los males que sufre la gran América, y mostrara ostensiblemente su apego a la supremacía blanca.

Veamos los resultados: En Oriente Medio, su emisario e hijo político, Jared Kushner, es un inepto, tal y como indica el embajador galo. No conoce la historia de esa región y asume que su misión es sostener a Israel cueste lo que cueste. Lo que piensen los palestinos le interesa muy poco, porque las reglas del juego las marca Israel.

Tampoco ha movido un dedo para aconsejar a Netanyahu que no anexionara el Golán ocupado o el reguero de colonias en Cisjordania. El embajador Arnaud estima, en consecuencia, que con las espaldas tan bien guardadas, el primer ministro israelí no hará la mínima concesión hacia los palestinos. Los acuerdos de Oslo están bien muertos.

En el mismo registro de concesiones a Israel, Trump quiere poner de rodillas a Irán. Ya no le basta haberse retirado del acuerdo nuclear con Teherán, firmado en 2015 junto a Rusia, China, Francia, Alemania y el Reino Unido. Ahora hay que impedir que Irán pueda vender una sola gota de petróleo. Las compañías occidentales que comercien con Teherán han sido puestas en una lista negra y están expuestas a represalias. El derecho internacional, las reglas del comercio mundial, se las salta Trump alegremente, y se felicita por ello.

Jaleado por su consejero de seguridad, John Bolton, un halcón entre los halcones, Trump hace también caso omiso de las organizaciones internacionales. Ya ha abandonado la UNESCO y el Consejo de la ONU sobre Derechos Humanos, y estaría dispuesto a irse de la ONU si no fuera porque ésta reside en territorio americano.

En otro ámbito, la era Trump se recordará también por haber abandonado en 2017 el acuerdo internacional sobre el clima firmado en París en diciembre de 2015. Al presidente norteamericano no le importa negar las advertencias de los científicos sobre el calentamiento global de nuestro planeta. Si una ola de frio golpea Nueva York, como sucedió a principios de año, declara ingenuamente: “¡Ven ustedes como el clima no se calienta!”

El informe presentado días atrás por el consejero especial, Rupert Muller, sobre una supuesta interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016, que vieron la victoria de Trump, no condena explícitamente al presidente, sin que lo exima por completo de haberse beneficiado de la operación fabricada por la inteligencia rusa.

Los hackers rusos lograron hacerse con 50.000 correos electrónicos de John Podesta, jefe de la campaña presidencial de Hilary Clinton, comunicándoselos a Julian Assange para ser publicados en Wikileaks. Esta acción perjudicó a la candidata del partido democrático y aventajó a Trump en el resultado final de los comicios.  El presidente mantiene que en ningún momento el informe Muller revela la existencia de una colusión entre su equipo y la presidencia rusa.

En las filas de los demócratas algunos han afirmado que no se opondrían a una operación de destitución de Trump, pero esta idea tiene escasas posibilidades, por no decir nulas, de prosperar. Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, se opone a ello, amén de que afectaría negativamente a toda la clase política.









jueves, 11 de abril de 2019








ASSANGE DETENIDO TRAS HABERLE RETIRADO EL ASILO ECUADOR

Pamela Anderson no es la única persona que se ha mostrado indignada por la detención de Julian Assange, sacado manu militare de la embajada ecuatoriana en Londres, tras la decisión del presidente Lenin Moreno de expulsarlo de la misma, haciendo caso omiso del asilo de que se beneficiaba el periodista desde hacía siete años.
Wikileaks ha marcado el camino del derecho a la información y de la osadía de sacar a relucir documentos que sus autores, políticos y militares, mantenían en un estricto secreto. Hemos sabido infinidad de veces que en los regímenes dictatoriales no existe la libertad de informar al público de lo que esté ocurriendo dentro y fuera de sus fronteras. La acusación es justa, pero también es procedente advertir y condenar los propios errores de las llamadas democracias occidentales. Y uno de los más importantes es, precisamente, la censura, los fake news tan en moda, la desinformación para esconder delitos de muy diversa naturaleza.
El caso Assange es, en ese marco, significativo. Desde que Wikileaks descubriera filtraciones de mensajes relacionados con la política exterior de los Estados Unidos, en número superior a los 250.000, en la Casa Blanca se consideraba prioritario cazar al periodista australiano y juzgarlo por alta traición, lo que podía desembocar en una condena de muerte.
Lenin Moreno dijo que Londres le dio seguridad de que el detenido no será extraditado a los Estados Unidos u otro país donde su vida estaría en peligro. ¿Pero puede darse credibilidad esa promesa?
En cuanto a la prensa violación de una ciudadana sueca de la que se acusa también a Assange, y que a raíz de esta detención ha vuelto a salir a la luz, no se puede dejar de lado la eventualidad de que eso forme parte del montaje internacional, con Washington en su cabecera, para terminar con Assange y amordazar a Wikileaks.
“La mano de la “democracia” estrangula a la libertad”, han dicho en Moscú, donde reside Edward Snowden, antiguo analista de la Agencia nacional de seguridad de los EEUU, que reveló una serie de programas de vigilancia de masa, convertido en otro de los objetivos del gobierno estadounidense.
¿Quién es capaz de asegurar que no vivimos en el mundo de Orwell?




miércoles, 30 de enero de 2019


VENEZUELA-TRUMP

Análisis del Washington Post, publicado el 30/01/18

El presidente Trump ha elegido un lado en el conflicto en Venezuela, donde el líder opositor Juan Guaidó se ha nombrado a sí mismo presidente interino luego de desafiar la legitimidad de la reciente reelección de Nicolás Maduro. Trump, junto con otros líderes internacionales, ha reconocido formalmente a Guaidó, promoviendo efectivamente el cambio de régimen en Venezuela.

Sin embargo, aunque el apoyo internacional reforzará el reclamo de Guaidó, la decisión de Trump de insertarse en una lucha por la democracia, ahora impulsada principalmente por los manifestantes en las calles de las ciudades venezolanas, no ayudará a Venezuela ni a Estados Unidos. Como un populista que usa y abusa de las reglas democráticas para socavar la democracia, Trump es incapaz de liderar una transición a la democracia en Venezuela. Y su interferencia es probable que empeore las cosas.

Estados Unidos ha participado en el derrocamiento de docenas de gobiernos latinoamericanos desde fines del siglo XIX. Estas intervenciones han tomado la forma de ataques militares directos, operaciones encubiertas (a menudo involucrando a la CIA) y ayuda a los actores internos que compiten por el poder. Al nombrar a Elliott Abrams como su hombre clave en Venezuela, la administración Trump abarca esa historia de intervenciones. Durante la presidencia de Reagan, Abrams fue central en las acciones de los Estados Unidos que resultaron en violaciones de derechos humanos en América Central. También fue declarado culpable de mentir al Congreso en la investigación contra Irán.

[La oposición de Venezuela en conversaciones con oficiales militares y civiles para expulsar a Maduro, Juan Guaidó dice en una entrevista]

Las amenazas de Trump de invadir Venezuela, junto con su nombramiento de Abrams, muestran que a pesar de que se opuso a la idea de la promoción de la democracia y el aventurero militar, Trump no pudo resistir el reflejo intervencionista del gobierno de los Estados Unidos. Ese reflejo, basado en la idea de que el hemisferio sigue siendo un área de la hegemonía de los EE. UU. Y que las fuerzas armadas de los EE. UU. Pueden "enseñar democracia" a países más pequeños, ha caracterizado la larga historia de las relaciones entre los Estados Unidos y América Latina. Como reflejo, funciona independientemente de la evidencia sobre sus efectos. Venezuela es un buen ejemplo: en 2002, el gobierno de George W. Bush, utilizando los servicios de Abrams, apoyó un golpe de estado fallido contra el entonces presidente Hugo Chávez. Chávez pronto consolidó su poder como héroe antiimperialista.

Entonces, ¿qué sugiere esta historia sobre los resultados probables de la intervención de los Estados Unidos en Venezuela hoy?

Uno de los resultados es que la estrategia pro-Guaidó de Trump fracasa: el gobierno de Maduro reprime violentamente la rebelión en las calles, y el país regresa al atolladero de mala gestión y miseria que en los últimos años ha creado una avalancha de refugiados de Venezuela. Esto parece menos probable que la última vez que Maduro sofocó la rebelión, en 2017, dado el frente unificado que ahora ofrece la oposición en la Asamblea Nacional y la actitud tibia de las fuerzas armadas.

Esto podría sugerir una segunda posibilidad, que también representaría un fracaso para Trump: que las fuerzas armadas eliminen a Maduro y aseguren la continuidad de sus privilegios y la mala gestión de la economía nacional. El Zimbabwe posterior a Robert Mugabe es un buen ejemplo de este tipo de "transición". No hay elecciones libres; La represión y la miseria económica quedan como antes. El actual presidente, Emmerson Mnangagwa, fue durante décadas el hacha de Mugabe y lideró algunos de los ataques más violentos contra los opositores políticos, que continuaron la semana pasada cuando la represión de su gobierno provocó 12 muertes, 78 víctimas de disparos, cientos de casos de agresiones o torturas. , y suficientes arrestos para llenar las cárceles más allá de su capacidad. El dictador se ha ido, pero sus antiguos compinches aún gobiernan el país sin un verdadero cambio democrático.

Una tercera opción en Venezuela se ha abierto con la entrada de Estados Unidos en la refriega. Las declaraciones agresivas y las amenazas de intervención provenientes del gobierno de Trump podrían resultar en un conflicto armado. Para el gobierno de Maduro, las amenazas de Washington y su reconocimiento de Guaidó son un regalo precioso: le permitirán reclamar una legitimidad renovada y consolidar el apoyo de las fuerzas armadas ante una amenaza externa. En este contexto, Jair Bolsonaro en Brasil y otros autodeclarados seguidores de Trump en América Latina contribuirían significativamente a una nueva América Latina que se parecería a la de los años de la Guerra Fría, cuando los regímenes autoritarios socavaron el estado de derecho y violaron los derechos humanos. con el respaldo y apoyo de Estados Unidos y, en el caso de Cuba, la Unión Soviética.

También hay una cuarta opción, una que sería bienvenida por la mayoría de las partes. Aunque varios países latinoamericanos y europeos han retirado su reconocimiento del gobierno de Maduro, México y Uruguay no lo han hecho. Como tales, podrían establecer una negociación pública con las diferentes partes, evitando tanto una guerra civil como una intervención extranjera.
La experiencia de Centroamérica muestra que las negociaciones regionales y multilaterales pueden poner fin a los conflictos. Los acuerdos de Esquipulas a mediados de los años ochenta ayudaron a dirigir el proceso de paz en El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Los acuerdos fueron en parte producto de la iniciativa Contadora, que involucró a Colombia, México, Panamá y Venezuela como intermediarios, y eventualmente llevó al final de las guerras civiles en la región centroamericana. En la situación actual, la intermediación de un resultado pacífico solo puede ser realizada por intermediarios que reconocen al gobierno de Maduro como un partido, negando el juicio sobre las formas en que ha podido mantenerse en el poder.

Sin embargo, la naturaleza autoritaria del liderazgo actual en Venezuela y los Estados Unidos milita contra esa solución. En la retórica de Maduro, todos los problemas en el país han sido causados ​​por los imperialistas de Washington. Hay un sector considerable en la izquierda en América Latina y Estados Unidos que está de acuerdo con esta evaluación, así como con la noción de que la opresión política y el sufrimiento que ha causado son herramientas justificables para un líder todopoderoso: primero Chávez y ahora , en menor medida, Maduro, que puede expresar y movilizar de manera única los sentimientos de las personas. Esta posición ahora está siendo respaldada por el gobierno ruso. El presidente Vladimir Putin recientemente desplegó dos bombarderos en Venezuela y advirtió a los Estados Unidos que no intervinieran.


Para Trump, su instinto determina si un régimen autoritario es bueno o malo. Aunque se siente atraído por gente como Putin, Kim Jong Un y Rodrigo Duterte, también es susceptible de demonizar a otras figuras autoritarias debido al estímulo, en este caso, de John Bolton en su Gabinete y Marco Rubio (R-Fla .) en el senado. Además de un esfuerzo multilateral de mediación, el único impedimento para que Trump convierta las amenazas en acción sería el rechazo del Congreso. Debido a que América Latina no es una alta prioridad en Washington, la intervención podría convertirse en una realidad. Respaldaría la asediada imagen de Trump como un líder fuerte y podría apuntalar sus deslizables encuestas mientras se dirige al 2020.

La situación interna en Venezuela se está convirtiendo en un concurso de implicaciones globales: el populismo extremista de derecha y su intervencionismo autoritario frente a los restos dictatoriales del régimen de Chávez. Aún está por verse si la democracia tiene un lugar en esta batalla. (fin)








martes, 21 de agosto de 2018

MIGRANTES: LA INVASIÓN TIENDE A SER REAL

Antes de que se produjera una ola de pateras y zodiacs arribando a las costas españolas, italianas y helénicas, convertidas ahora en una invasión, aunque algunos no quieran reconocerlo, los países europeos se servían de los visados para establecer un filtro que seleccionaba a los magrebíes y subsaharianos para permitirles o no la entrada en sus territorios. Todo ese sistema se ha venido abajo en poco tiempo. Los migrantes se burlan estrepitosamente de los visados. Ahora, lo único que hace falta es formar un grupo y, con ayuda o no de las mafias que trafican con estas personas, agenciarse una embarcación y lograr atravesar el mediterráneo o verse ayudados por un navío de las ONG que patrullas las aguas internacionales, cercanas a las costas libias y marroquíes.
En el caso de España, Marruecos tiene una gran responsabilidad para atajar o no esta invasión. Al albedrío de la no siempre correcta relación política con Madrid, el reino permite o no este tráfico, tanto en lo que concierne a las fronteras de Ceuta y Melilla, como a los que se lanzan al agua, incluso en colchones playeros, como se ha visto estos días.
La UE ha decidido incrementar la ayuda financiera que se entrega a Rabat para que de una vez sea un socio responsable y cumpla con el compromiso, asumido pero no siempre cumplido, de hacer frente a la corriente ilegal migratoria.
Las ONG, que enarbolan la bandera del derecho humanitario, no quieren reconocer que su acción, las convierten en cómplices indirectos de las mafias. Está muy bien apelar a la ayuda humanitaria, pero  habría que preguntarles ¿qué limite se han puesto en sus objetivos: embarcar a 10, 50 o 100 millones de africanos hasta que los países europeos revienten?
Si estas ONG quieren ayudar a los africanos, que se instalen en el continente negro (algunas lo han hecho) y que sea allí donde cooperen para crear incentivos económicos que permitan que los africanos ya no necesiten echarse a la mar, porque pueden vivir en sus países de su trabajo.
Mientras tanto el trasiego de los “barcos humanitarios” es constante: se recoge a los migrantes en el mar; se les lleva a un puerto europeo, y se vuelve a salir para repetir este proceso.
El histórico general francés, Charles de Gaulle, con su visión de oráculo afirmaba que una migración descontrolada pondría en peligro nuestra civilización judeo-cristiana. Pues bien, la situación ahora es infinitamente peor que en los años setenta. Bruselas y las ONG no se dan cuenta de que Europa no puede acoger toda la miseria del mundo.
Quienes afirman que la acogida de migrantes no implica un efecto llamada, mienten descaradamente. Pondré un ejemplo que conozco personalmente. En un pueblo de la Kabilia argelina, un joven llamó por teléfono a su familia para decirles que había desembarcado en una playa alicantina y lo habían conducido a un CIE. Pues bien, los amigos de este muchacho le dijeron que, visto su éxito, ellos se estaban preparados para imitarle. Sí señores; existe el efecto llamada y lo seguirá existiendo gracias al descontrol de las ONG y otros factores.
Las ONG dicen que ellos no desembarcarán en Libia a los africanos que recogieron cerca de sus costas. Bien, pero Libia se mantiene como el país de tránsito y embarque de las pateras. Los libios no acogen con palmas a los africanos, pero éstos no cesan de atravesar las fronteras de ese país aunque sigan maltratándolos. La opción es dirigirse a Marruecos, ya que Túnez es un caso aparte y el gobierno tunecino, a diferencia de Marruecos, si está vigilando sus fronteras con Libia y actúa enérgicamente. La única migración que sale de Túnez es la de los jóvenes tunecinos que intentan llegar a Lampedusa u otras islas italianas, lo que ahora se les ha puesto difícil con el nuevo gobierno en Roma.
Las ONG , aunque lo niegan, hacen en la práctica el mismo papel de las mafias por “humanidad” y son responsables de este continuo goteo de migrantes en los puertos europeos. Eso no resolverá el problema.

YA NO CABEN MAS

El “Aquarius” desembarcará hoy, miércoles, en Malta una nueva “hornada” de migrantes, que serán acogidos por varios países europeos, entre ellos España. Es de suponer que una vez cumplida esa misión, el navío regresará a las aguas cercanas a las costas Libia para proseguir su misión “humanitaria”. Y esto puede convertirse en el cuento de nunca acabar, para regocijo de las mafias que trafican con los refugiados africanos.
En estos momentos hay cinco barcos de las ONG que patrullan en aguas internacionales a la altura de las costas libias: Aquarius; Sea Watch-3; Seefuchs; Lifeline; y Open Arms. ¿Por qué se puede discrepar de su acción humanitaria? Por la sencilla razón de que, en la práctica, representa un factor de complicidad con las mafias de traficantes.
Con anterioridad a la llegada de esa flotilla, los traficantes estaban obligados a llevar a los migrantes hasta las islas de Lampedusa y Sicilia. Ahora les basta con alejar a sus pateras a unos centenares de metros de la costa libia y lanzar un SOS a las ONG para que envíen uno de sus barcos a socorrerlos. “Es mucho más fácil” dice uno de los traficantes citados por la prensa italiana.
Pongamos el caso de uno solo de esos barcos, el “Open Arms”. Según “Pro-Activa”, la ONG que lo financia, ha podido socorrer a unos 59.213 refugiados desde que fue botado en  julio de 2017. Las ONG estiman en 11.000 euros el coste diario de su acción, pero reconocen que por ahora no tienen problema de financiación .
Estamos ante un verdadero laberinto, entre la voluntad de acoger a los refugiados africanos y la capacidad de absorción de los países europeos; en particular los de la franja sur de la UE. Esa capacidad no puede ser ilimitada, como ha reconocido el presidente francés, Emanuel Macron, para quien las ONG “están haciendo mas fácil el trabajo de las mafias”.
Contrariamente a lo que podría suponerse, las opiniones públicas de los países europeos no solo no sostiene la acción de las ONG sino que las crítica. En las redes sociales pueden verse algunos ejemplos, como “Nos hemos convertido en una basurera, que las ONG llenan con la complicidad pasiva de nuestros gobiernos”, o “Estamos hartos de esas ONG, que se dicen humanitarias, que no son mas que cómplices de los traficantes. Estamos hartos de ser invadidos por todos esos extranjeros. Pronto no habrá señal de raza blanca en el suelo francés”, o “Europa se ha convertido en el Africa del Norte. Muchas gracias a esos traidores de políticos, asociaciones y periodistas”.
Cierto que esas frases son muy duras, pero es lo que hay en las redes sociales. Ignorarlo va a ahondar el vacío entre los gobiernos y la gente que reclama medidas con carácter urgente para remediar esta crisis que se profundiza cada día.
En vez de barcos, lo que se necesita es que los países de tránsito de los refugiados, Marruecos, Libia, Mauritania, Turquía, se comprometan, previa ayuda financiera, a hacer lo posible para impedir, dentro de lo posible, esa hemorragia de botes y pateras. Túnez es el país que más coopera en ese sentido. Turquía también actúa en el mismo sentido.
Porque ya no caben más.

domingo, 29 de julio de 2018


Con todo respeto
Estamos llegando al límite de lo que puede acoger España en materia de emigrantes.  No hay que taparse los ojos; ésta es la realidad.
Las ONG están jugando un papel negativo, aunque no quieran entenderlo así. La protección de derechos humanos está muy bien, pero la acogida de toda la miseria del mundo no es posible y hay que comprenderlo así.
Ya no son las pateras interceptadas en el estrecho de Gibraltar. Ahora llegan a las playas andaluzas en botes y los emigrantes salen corriendo en medio de los turistas asustados por este espectáculo.
Es una verdadera invasión. España no puede convertirse en un anexo de África. Está en grave peligro nuestra civilización judeo-cristiana. No es un problema de racismo; es una cuestión de supervivencia. No es cierto que los españoles sostenemos la invasión africana. Italia ha adoptado una vía de recurso y España no puede continuar siendo ahora el principal punto de llegada de los emigrantes africanos. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Si no ponemos coto a la invasión los españoles llegara un día en que seremos minoría en nuestro propio país. ¿Se dan cuenta de esa hipótesis espeluznante?
Los guardias civiles atacados con cal viva en Ceuta, apaleados y sin capacidad para hacer frente a la invasión.
Esto no puede seguir así.


Manuel Ostos
Antiguo corresponsal de:
Agencia EFE
El País.

molop1943@gmail.com


sábado, 2 de junio de 2018


UNA AMBICIÓN DESMEDIDA  

Una ambición desmedida por el poder ha llevado a Pedro Sánchez a aceptar el apoyo de todos los diablos de la anti-España: los secesionistas catalanes y vascos, y los de la extrema izquierda representada por Iglesias y sus consortes.
Urkullu cambió a última hora de chaqueta por un mayor plato de lentejas, e Iglesias besuqueó rendido al líder socialista implorando una cartera ministerial, que el de Ferraz no le va a dar por ahora en esta andadura.
Sánchez debiera haber tenido la decencia de rechazar el voto de los catalanistas y de Bildu. “Si me quieren votar, allá ellos”, hubiera podido decir, pero no lo hizo, y en consecuencia la coalición que le llevo al poder es lo más heteróclito y vergonzoso del abanico político.
Es evidente que uno de los grandes males de la política en España es la corrupción que se ha llevado por delante a Rajoy. Pero existen otros males tan denigrantes: vender su alma al diablo por el poder; tener poca decencia en los actos políticos personales y no renegar de sus impresentables aliados de fortuna.
Tarra ha dicho que quiere hablar con Sánchez “de gobierno a gobierno”, tirando por la calle de en medio. Urkullu ya no se contenta con 500 millones, y Podemos va a tirar la soga hasta que el socialista le ofrezca algunos caramelos.
Lo políticamente correcto sería que Sánchez convocara nuevas elecciones para comprobar si su aura ante los españoles es tan grande como se cree él mismo. Pero no lo va a hacer hasta que culmine la legislatura, confiando en que eso le de el tiempo suficiente para ganar algunos enteros ante la opinión pública. Difícil tesitura si la hay porque tan corruptos han sido los socialistas como los populares.
De esta jaula de grillos, Rivera es el que tiene un mejor porvenir por delante, así que no es de extrañar de que la extrema izquierda y los secesionistas catalanes le tilden de fascista y de franquista. ¡Qué fácil es, hoy en día, lanzar tales insultos para lo que no tienen argumentos válidos! Insultar, como calumnia que algo queda, les encanta a esas huestes republicano-marxistas y chavistas de baja estofa.
El francés Clemenceau dijo, con atino, que la guerra era un asunto demasiado serio para dejárselo a los militares. Claro que la política no es menos seria para ponerla en manos de un Sánchez deslavado con lejía.

manuel ostos