MIGRANTES: LA INVASIÓN TIENDE A SER REAL
Antes de que se produjera una ola de pateras y zodiacs arribando a las costas españolas, italianas y helénicas, convertidas ahora en una invasión, aunque algunos no quieran reconocerlo, los países europeos se servían de los visados para establecer un filtro que seleccionaba a los magrebíes y subsaharianos para permitirles o no la entrada en sus territorios. Todo ese sistema se ha venido abajo en poco tiempo. Los migrantes se burlan estrepitosamente de los visados. Ahora, lo único que hace falta es formar un grupo y, con ayuda o no de las mafias que trafican con estas personas, agenciarse una embarcación y lograr atravesar el mediterráneo o verse ayudados por un navío de las ONG que patrullas las aguas internacionales, cercanas a las costas libias y marroquíes.
En el caso de España, Marruecos tiene una gran responsabilidad para atajar o no esta invasión. Al albedrío de la no siempre correcta relación política con Madrid, el reino permite o no este tráfico, tanto en lo que concierne a las fronteras de Ceuta y Melilla, como a los que se lanzan al agua, incluso en colchones playeros, como se ha visto estos días.
La UE ha decidido incrementar la ayuda financiera que se entrega a Rabat para que de una vez sea un socio responsable y cumpla con el compromiso, asumido pero no siempre cumplido, de hacer frente a la corriente ilegal migratoria.
Las ONG, que enarbolan la bandera del derecho humanitario, no quieren reconocer que su acción, las convierten en cómplices indirectos de las mafias. Está muy bien apelar a la ayuda humanitaria, pero habría que preguntarles ¿qué limite se han puesto en sus objetivos: embarcar a 10, 50 o 100 millones de africanos hasta que los países europeos revienten?
Si estas ONG quieren ayudar a los africanos, que se instalen en el continente negro (algunas lo han hecho) y que sea allí donde cooperen para crear incentivos económicos que permitan que los africanos ya no necesiten echarse a la mar, porque pueden vivir en sus países de su trabajo.
Mientras tanto el trasiego de los “barcos humanitarios” es constante: se recoge a los migrantes en el mar; se les lleva a un puerto europeo, y se vuelve a salir para repetir este proceso.
El histórico general francés, Charles de Gaulle, con su visión de oráculo afirmaba que una migración descontrolada pondría en peligro nuestra civilización judeo-cristiana. Pues bien, la situación ahora es infinitamente peor que en los años setenta. Bruselas y las ONG no se dan cuenta de que Europa no puede acoger toda la miseria del mundo.
Quienes afirman que la acogida de migrantes no implica un efecto llamada, mienten descaradamente. Pondré un ejemplo que conozco personalmente. En un pueblo de la Kabilia argelina, un joven llamó por teléfono a su familia para decirles que había desembarcado en una playa alicantina y lo habían conducido a un CIE. Pues bien, los amigos de este muchacho le dijeron que, visto su éxito, ellos se estaban preparados para imitarle. Sí señores; existe el efecto llamada y lo seguirá existiendo gracias al descontrol de las ONG y otros factores.
Las ONG dicen que ellos no desembarcarán en Libia a los africanos que recogieron cerca de sus costas. Bien, pero Libia se mantiene como el país de tránsito y embarque de las pateras. Los libios no acogen con palmas a los africanos, pero éstos no cesan de atravesar las fronteras de ese país aunque sigan maltratándolos. La opción es dirigirse a Marruecos, ya que Túnez es un caso aparte y el gobierno tunecino, a diferencia de Marruecos, si está vigilando sus fronteras con Libia y actúa enérgicamente. La única migración que sale de Túnez es la de los jóvenes tunecinos que intentan llegar a Lampedusa u otras islas italianas, lo que ahora se les ha puesto difícil con el nuevo gobierno en Roma.
Las ONG , aunque lo niegan, hacen en la práctica el mismo papel de las mafias por “humanidad” y son responsables de este continuo goteo de migrantes en los puertos europeos. Eso no resolverá el problema.
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