LOS SAHARAUIS SON LOS QUE TIENEN LA PALABRA
La idea de que solo son los saharauis quienes deben decidir
sobre su futuro no solo es legítima, sostenida por el derecho internacional y
las Naciones Unidas; se trata de un principio absolutamente necesario para
resolver un contencioso como el que existe actualmente en el Sahara Occidental.
Y, en consecuencia, nadie tiene el derecho a decir los
saharauis son marroquíes, argelinos o marcianos. Son lo que son, y ni Marruecos
ni España, ni los Estados Unidos pueden decidir en su nombre. Este es el gran
defecto del plan autonómico de Marruecos. Y es falsa la afirmación de que
Marruecos propuso en su día un referéndum. Fueron las Naciones Unidas quienes
lo propusieron; crearon una misión para organizarlo y establecieron un censo
electoral basado en los antiguos censos españoles. Esta es la verdad absoluta.
Es cierto, que al principio el rey Hasan II aceptó la idea
de un referéndum, e incluso dijo que Marruecos sería el primero en reconocer al
futuro estado saharaui; pero pronto empezaron las diferencias sobre la
composición del censo. Marruecos no aceptó el censo español y quiso que los
colonos marroquíes instalados en el territorio pudieran participar en la
consulta. Es evidente que de esta forma el censo final hubiera resultado en
detrimento de los saharauis; lo únicos que podían presentar su voto.
Esta es la historia. El referéndum no ha podido celebrarse
hasta ahora por dos motivos: el primero, el desacuerdo sobre el censo; y el
segundo, más brutal, la decisión final de Marruecos de considerar al territorio
como su “provincias del sur”, poniendo un punto final a toda consulta a los
saharauis,
Esta es una relación absolutamente coherente con la
realidad. No han sido los saharauis los que no han podido celebrar la consulta,
no han sido ellos lo que han aceptado ser marroquíes, porque no lo son. No es
difícil señalar al culpable de la situación actual.
Por ello, el sr Borrell ha sido coherente con el principio
de celebrar la consulta electoral y en señalar que no se puede ignorar el papel
de Naciones Unidas. Marruecos no lo ignora pero desde que emprendió su huida
hacia adelante considera el caso como cerrado.
Rabat ha obtenido apoyos; no puede negarse. El expresidente,
Trump, y el presidente, Pedro Sánchez, encabezan la lista intentando convencer
a los saharauis que acepten el plan marroquí. En esa incentiva se hacen los
emisarios de Rabat.
Otros líderes, como el presidente Emmanuel Macron, no ha
seguido esa línea, Macron tiene excelentes relaciones económicas con Rabat, pero
se mantiene en su posición inicial de apoyo al referéndum. Un buen punto para
el ejecutivo francés.
El proyecto de Marruecos no tiene nada que ver con Naciones
Unidas, como ha señalado la portavoz del gobierno español. La ONU acepta, es
cierto, la alternativa de una solución negociada que satisfaga a las dos partes
enfrentadas, pero tal opción no se enmarca, ni mucho menos, en la propuesta
marroquí.
Por desgracia, es de prever que el emisario de la ONU,
Stefan de Mistura, dimita de su cargo al comprobar que una de las partes no
contempla en forma alguna saber que piensan los saharauis
(manuel ostos)
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