MAYO 68 MAYO 2018 COINCIDENCIAS IMPROBABLES
Las manifestaciones estudiantiles que tienen lugar
actualmente en la capital francesa, y las escenas insólitas de violencias que acompañaron
los desfiles de este Primero de Mayo, han llevado a algunos analistas a
imaginar que podría volver a repetirse la revolución de 1968, a la que poco
faltó para desembocar en un golpe de Estado.
No existen verdaderas similitudes entre ambos
acontecimientos, por lo que asimilarlos no me parece correcto ni oportuno.
El mayo 68 francés se inició como una revuelta juvenil que,
en sus últimas fases, pretendía cambiar profundamente la sociedad introduciendo
en ella una fuerte dosis de populismo. Pero fue, cuando los aparatos sindicales
adoptaron la decisión oportunista de unirse a los estudiantes, declarando una
huelga general que llegó a paralizar todo el país, el momento en que aquello se
transformó en un conato de insurrección hasta hacer tambalear al régimen.
Nada esto ocurre ni va a ocurrir este mayo. Los sindicatos
se han curado en salud y saben que no ha llegado el momento de optar poa la
huelga general. Cierto es que los motivos de descontento no faltan. Por no
citar más que uno existe el de la reforma social de la red de ferrocarriles
(SNCF) en el marco de una privatización con demasiados flecos.
En mayo 68 la oposición política representada por la
izquierda socialista, con sus líderes históricos, Mendes-France y Mitterrand, y
el partido comunista, se incorporaron a la revuelta inicial porque creyeron que
había llegado el momento de tumbar al gobierno de derechas para constituir un gobierno
alternativo de “unidad nacional”. El golpe de Estado se puso entonces em marcha.
Este mayo, el partido socialista se encuentra en estado de
descomposición avanzada; los comunistas cuentan también poco; la derecha está también
dividida, y el Parlamento está dominado por el nuevo partido de Emanuel Macrón
(La república en marcha) donde cohabitan centristas, gentes de derecha y de
izquierda, liberales y de otros talentes). Absurdo es creer que el régimen se
encuentre en peligro.
En mayo 68, el estudiantado tuvo que cohabitar con una
importante fracción de anarquistas que se atrincheró en la Sorbona. El terreno
ya estaba abonado por los maoístas para que se desatara la violencia. La
revolución cultural china se encontraba en pleno apogeo. Y con todo, los
extremistas se defendieron en las barricadas del barrio latino pero no
organizaron batallones de choque como los que se han visto en Paris este
Primero de Mayo.
El tradicional desfile sindical de este mayo, generalmente
protegido por los servicios de orden de los propios sindicatos, se vino abajo
cuando se colocaron al frente de la marcha un millar de encapuchados violentos
que atacaron a las fuerzas del orden y causaron enormes destrozos en el mobiliario
urbano.
Estos ”casseurs”
(destructores) no son simples gamberros. Proceden de los pueblos limítrofes
de la capital; son jóvenes desocupados que han sucumbido a la propaganda
islamistas, quieren hacer la guerra por su cuenta y les encanta destrozar todo
lo que se les ponga por delante. Están encuadrados en el autoproclamado “Black
bloc” emergente del que por ahora muy poco se sabe. Y está descartada cualquier
afinidad con el estudiantado o los sindicalistas.
Tampoco se sabe de estos “destructores” que este 1 de mayo
actuaron como alimañas, que para la extrema izquierda que encarna, Jean Luc
Melenchon, se tratarían de bandas juveniles de la extrema derecha fascista;
mientras la derecha afirma, por el contrario, que provienen de “la izquierda de
la izquierda”.
El gobierno parece haber
aprendido las lecciones de Mayo 68 para no caer en los errores que pusieron en
jaque al histórico, Charles de Gaulle, llevándole a no descartar su dimisión
del puesto presidencial. El general, arropado por el Ejército, se rehízo a
tiempo y retomó el mando con la ayuda implícita de unos sindicatos que se
habían hartado de la impreparación de una juventud bastante desorientada.
El presidente Macrón sabe que no existen similitudes entre
uno y otro caso; que no va a ser empujado a la dimisión, ni mucho menos, porque
no existe ninguna fuerza parlamentaria con el poder suficiente para sustituirse
al régimen vigente.
La sociedad francesa se ha vuelto más madura, ha cambiado lo
suficiente para entender que el peligro viene ahora del terrorismo islamista y
de esa masa juvenil sin trabajo, de “dealers” de la droga, de la prostitución y
de todos los tráficos, que domina los barrios periféricos de muchas ciudades.
Mayo 68 fue una revolución, es cierto, pero una revolución
un tanto romántica que protestaba por la guerra de Viet-Nam, que se agolpaba
con placer en los festivales hippies de Amougies , de Woodstock y la isla de
Wight, que en vez de violencia prefería hacer el amor y no la guerra. Este mayo
parisino es diferente.
Manuel Ostos
No hay comentarios:
Publicar un comentario