LA MUERTE DEL LIDER DEL
FRENTE POLISARIO
MOHAMED ABDELAZIZ, UN
HOMBRE FIEL A LOS DICTADOS DE ARGEL
La muerte del secretario
general del Frente Polisario, aquejado de un cáncer incurable, es un duro golpe
para el movimiento saharaui que lleva soportando durante más de cuarenta años
los rigores de la “Hamada” (1) del Sahara argelino, sin observar el menor
indicio de que, pese a la solidad internacional que recibe y la posición
favorable a un referendo de autodeterminación de las Naciones Unidas, pueda alcanzar
la independencia de su territorio.
En las décadas del
sesenta y setenta los combatientes saharauis ganaron todas las batallas que les
enfrentaron al ejército marroquí. Aquellos años, en los que Argel sostuvo,
tanto política como militarmente, a los independentistas, se saldaron con una
mayor audiencia internacional, el
reconocimiento de la República Saharaui
(RASD) por parte de la Organización para la Unidad Africana (OUA) y hasta de 86
países, la mayor de ellos tercermundistas.
En las arenas del desierto,
los comandos saharauis asestaron duros golpes a las desmoralizadas tropas del
monarca marroquí, Hasan II.
Personalmente, acompañé a
esos comandos cuando entraron en la localidad de Mahbes dando muerte a más de
un centenar de marroquíes. Aquella fue la era de las victorias, una tras otra.
Luego les acompañé también cuando atravesaron las fronteras reconocidas de
Marruecos hasta llegar a las cercanías de Tan-Tan sin ser detenidos por los
campos de minas.
Cuando Marruecos inició
la construcción de los muros de arena, de 2720 kms. a partir de 1980,
finalizándolos nueve años más tarde, la situación cambió radicalmente para el
Polisario. Los saharauis estaban preparados para cambiar la forma de hacer la
guerra y se decían capaces de romper las defensas del enemigo.
Pero Argel no aceptó que
la guerra se enconara y terminara arrastrando a un conflicto militar directo
con Rabat. En las dos entrevistas que sostuve con Abdelaziz en su residencia de
Sidi-Robinet, a las afueras de la localidad argelina de Tinduf, me lo dio a
entender con mucha claridad.
Cierto que la firma del
alto el fuego con Marruecos, en 1991, y la creación de la Misión de las
Naciones Unidas para un Referendo en el
Sahara Occidental (MINURSO) ese mismo año, llevo al Polisario, siempre aconsejado
por sus mentores argelinos, a aceptar que el conflicto se resolviera
pacíficamente a pesar de los posiciones irreconciliables de ambos
contendientes.
¿Creó Abdelaziz que
Marruecos aceptaría un referendo en el que figurara la opción de la
independencia al lado de la pertenencia definitiva a Marruecos? Abdelaziz nunca
me dio a entender que estuviera convencido de que ello pudiera llegar. Se sabía
presionado por la juventud dispuesta a retomar las armas por muy doloroso que
ello fuera, pero el líder Polisario estaba obligado a aceptar el dictado de
Argel.
Sin duda si el presidente
argelino, Huari Bumedian, no hubiera fallecido en diciembre de 1978, Argel
habría aceptado continuar la guerra (los muros todavía no existían) pero los
presidentes argelinos que vinieron después dieron marcha atrás poniendo en
segundo plano la teoría “bumedianista” de apoyar a los movimientos de
liberación africanos en todos los sentidos por considerarlo una cuestión de
principios.
Yo tuve la impresión de
que Abdelaziz nunca se sintió cómodo con el dictado de sus mentores argelinos,
exceptuado Bumedian al que admiraba. Y hasta estoy convencido de que él, rotas
las esperanzas de un referendo, estaba listo para reiniciar la guerra.
La muerte le ha llegado
antes de que su sueño de independencia llegara a realizarse.
Manuel Ostos
(1) La Hamada es el más arido de los desiertos,
pedregoso en su mayor parte.
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