Estamos en una guerra no declarada contra el fundamentalismo islámico, una guerra que nos han declarado sin que nos demos por enterados. Nuestros verdaderos enemigos no son sólo los terroristas, sino todos los que apoyan la extensión de la versión más radical del islam en suelo europeo”. Con estas contundentes palabras define ellíder de VOX y candidato a la presidencia del Gobierno, Santiago Abascal, la situación que vive Europa y que ha evidenciado el atentado múltiple del pasado 13 de noviembre en Francia. “Los terroristas del Estado Islámico –señala Abascal- reclutan jóvenes musulmanes de los suburbios de las grandes ciudades europeas. Nuestras corruptas élites político-empresariales hacen negocio con saudíes y cataríes que financian las mezquitas del odio en las que se envenena ideológicamente a las juventudes musulmanas europeas que luego siembran el horror en nuestras familias. Mientras los líderes europeos son agasajados por los sátrapas en Marbella, las organizaciones de caridad saudíes hacen llegar el dinero a los terroristas del Estado Islámico”.
Una dura realidad, explica Abascal, que “ni el PP ni el PSOE –y mucho menos Ciudadanos- se atreven a contar a los españoles” y ante la que no cabe más que una solución: “para empezar a ganar esta guerra lo primero que tenemos que hacer es plantar cara al fundamentalismo islámico, que es la causa-origen de la yihad. Tenemos que exigir la reciprocidad a los países que pretendan financiar mezquitas en nuestro país. Debemos replantear nuestras relaciones con las monarquías del Golfo y exigir, como se exige a todos los países, el respeto a los más elementales derechos humanos”.
Además, la lucha contra la propagación del fundamentalismo en Europa y el freno a la inmigración islámica: “Es imprescindible que las mezquitas del odio sean cerradas y los imanes que hacen apología del terrorismo, encarcelados o expulsados de nuestro país. Sin medias tintas”. “La inmigración islámica debe parar. No podemos asimilar más musulmanes en Europa. Incrementar las bolsas de jóvenes desempleados y frustrados en los suburbios de nuestras grandes ciudades no hace otra cosa que aumentar los caladeros en los que las organizaciones criminales reclutan a nuevos terroristas”. Abascal aboga por una inmigración legal y procedente de los países de Hispanoamérica -“Personas que pertenecen a pueblos hermanos que comparten con nosotros un idioma, una cultura y una historia común, y que se integran mucho más fácilmente que los inmigrantes procedentes de los países musulmanes”- y pide un cambio de la actitud internacional ante Arabia Saudí, “que no recibe ahora la más mínima presión por parte de la comunidad internacional”. “Es más, de forma absolutamente insultante, Arabia Saudi, con apoyo de Occidente, ocupa un lugar en la oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. No está mal para un país que no reconoce ni la libertad religiosa ni los derechos de las mujeres y que, en estricta aplicación de la sharia, amputa manos a los ladrones, apedrea a las adúlteras y castiga la homosexualidad con la pena capital”.
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