DEFENDER A EUROPA
El Ex-Primer ministro francés, Michel Roccard, ya lo dijo en su día al
afirmar que su país “no podía acoger toda la miseria del mundo”. Roccard temía
que el brutal despunte que se había producido en la entrada de clandestinos
procedentes del norte de Africa, alterase los equilibrios sociales de una buena
parte del hexágono galo.
Pues bien, en la actualidad no son miles sino cientos de
miles de refugiados, en su gran mayoría procedentes de Siria, Irak y
Afganistán, los que han asaltado y están asaltando las fronteras de la Unión
Europea. Y pensar que dentro de unos o muchos años, cuando cesen los conflictos
en sus respectivos países, regresaran a ellos, es una ilusión que con toda
seguridad no tendrá lugar, porque una vez asentados en Europa, a la que tienen
por costumbre calificar de “Eldorado”, no habrá fuerza que consiga
desalojarlos.
Estamos, pues, sin la menor duda, abocados a un riesgo de islamización
y de peligro para las raíces de la civilización judeo-cristiana europea. El
general francés, Charles de Gaulle, ya lo advirtió en una de sus conferencias
de prensa a las que pude asistir como corresponsal en Paris. “En nuestra
querida Francia –dijo el ilustre militar- tenemos que afrontar el hecho de que
cada vez existirán más mezquitas y menos iglesias. Y no sería de extrañar que a
mi pueblo, Colombey les deux Eglises, terminarán por llamarlo Colombey les deux
Mosquées.
Hasta hace pocos años, lo que estos mal llamados emigrantes
perseguían era negociar un visado que les permitiera pasar las fronteras de
Europa, y si era de Schengen tanto mejor. Pero ahora para esta verdadera
invasión humana la cuestión de “los papeles” ha dejado de ser un problema. Se
asaltan las fronteras, incluso con violencia y los que desde Turquía entran en
Grecia, y desde allí se dirigen hacia Alemania, Austria y los países
escandinavos, en particular, ya se aproximan al
medio millón de personas, una cifra ligeramente superior a los que desde
las costas libias ponen pie en la isla italiana de Lampedusa y en varios
lugares de Sicilia.
Cuando se habla de derechos humanos y de ayudas a esta
emigración formada por clandestinos, hay que tener en cuenta ciertos límites.
¿Hay que permitir la entrada en Europa de un millón de personas? Y luego habrá
que autorizar que sean cinco, diez y no sé cuántos millones porque por cada uno que penetra hay diez por lo menos que
están esperando su turno. La solución a corto plazo no es darles alojamiento en
pueblos y ciudades sino abrir campos de acogida donde podrán ser atendidos
sanitariamente y cubrir sus más urgentes necesidades.
Tomemos el ejemplo dado por Australia donde, tras estar
hartos de estas invasiones por mar, negociaron con varios pequeños estados del
Pacífico crear y financiar campos de acogida para los emigrantes ilegales de
Indonesia, Paquistán, Filipinas, Viet Nam y otros países. Estos campos están
funcionando sin grandes problemas y Australia ha conseguido salvarse de una invasión
que detestaba porque nadie sabe si dentro del tsunami migratorios no se
esconden presuntos terroristas partidarios de la “Yihad” dispuestos a cometer
atentados en nombre de Daech y de Al Qaida.
Estamos, pues, ante un problema de seguridad y de raíces de
nuestra civilización, y la peor postura es abrir las puertas de par en par sin
saber quién entra en nuestro hogar. Cierto que se trata de un drama humano,
pero debe ser tratado al exterior de las fronteras de Europa y lo más urgente
en estos momentos es negociar con Turquia para que se interrumpa de una vez la
corriente humana que parte desde allí hacia Grecia. Y hasta yo diría negociar
con Libia, aunque la situación en este país es caótica, pero se debe intentar.
Con Argelia ya se ha conseguido que este país participe en el control del flujo
de subsaharianos que se las arreglan para cruzar las fronteras arenosas del
desierto, teniendo como finalidad entrar en Marruecos y dirigirse hacia Ceuta y
Melilla. Los argelinos han devuelto a Niger y Mali algunos centenares de estos
ilegales. No son muchos, pero por lo menos es un buen principio.
Manuel Ostos
Periodista es corresponsal en países árabes (El
País-Efe)
Molop1943@gmail.com
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