jueves, 12 de abril de 2012

LA MUERTE DE AHMED BEN BELLA



EL HOMBRE QUE PRETENDIÓ QUE EL FUSIL SE PUSIERA A LAS  
ORDENES DE LOS CIVILES.




El primer presidente de una Argelia independizada, Ahmed Ben Bella, falleció este miércoles en Argel a los 96 años de edad, según un comunicado oficial dado a conocer por el gobierno.

Conocí a Ben Bella cuando el presidente, Chadli Benyedid, decidió sacarle en julio de 1979 del castillo Holden, a unos veinte kilómetros de Argel, donde había sido confinado durante catorce años por el coronel Huari Bumedien tras haberlo derrocado el 16 de junio de 1965, con la absoluta prohibición de no comunicarse con el exterior y recibir tan solo a su familia.
Fallecido Bumedien, su sucesor Benyedid lo envió a la polvorienta ciudad de Msila, manteniéndole en régimen de residencia vigilada. Su liberación llegaría en octubre de 1980 al término de un proceso que el propio Benyedid calificó de “período de prueba”.
Conocida su llegada a Msila, en unión de Alain Denvers, de la primera cadena de televisión francesa y Marc Delteil, de la agencia Reuters, nos trasladamos hasta ese lugar con la intención de entrevistarlo. El chalet, un poco destartalado, estaba vigilado por una cohorte de “gorilas” de la seguridad militar que se negaron a permitirnos el paso, viéndonos obligados a entablar un verdadero pugilato verbal hasta que al ruido que formábamos el propio Ben Bella salió al balcón y pidió a los polizontes que nos dejaran entrar, lo que hicieron a regañadientes.
Aquel hombre nos pareció menos desmoronado de lo que habíamos previsto por tantos años de prisión. En lugar de ello no topamos con un hombre que parecía infatigable dispuesto a retomar el camino de la política, aunque consciente de los errores cometidos durante los tres años que ejerció como jefe de Estado.
Ben Bella nos dijo que seguía siendo partidario de que su país dejara de lado el pseudo-socialismo dirigido desde el primer día de la independencia por los coroneles en activo para amoldarlo “a las condiciones específicas de Argelia”. Y cuando le preguntamos si aquello significaba volver a su conocida afición por el castrismo, respondió con un rotundo “No” reconociendo que se había equivocado al tratar de copiar al régimen cubano.
“Claro que me equivoqué, de la misma forma que me pareció que el marxismo podía revivir en este país sin darme cuenta del peso que tiene el islamismo político”, subrayó entre sorbo y sorbo del té que nos sirvieron.
Estaba insatisfecho por lo que consideraba “una falta de rigor” de los políticos argelinos hacia su pasado militante, tanto en el seno de la organización especial (OS por sus siglas en francés) como del Frente de Liberación Nacional (FLN). Rechazó la idea de que su rival beréber, Hocin Aith-Amed, hubiera sido el principal protagonismo dentro de la OS, afirmando que fue él quien la fundó y dirigió el ataque al edificio de Correos de Orán, en 1950, con el fin de obtener fondos para los nacionalistas.
En el mismo registro de marcado tono jactancioso recabó la autoría de los envíos de armamento en los primeros años de la revolución a partir de Egipto, Jordania y Yugoslavia. ¿Le controlaba el Nasser, manipulándose a su antojo? Al preguntárselo hizo una mueca intraducible asegurándonos que sus relaciones personales con el “Rais” egipcio “tuvieron sus altos y sus bajos, como ocurre entre revolucionarios y más si éstos son árabes”.
El único momento en que se sonrojó estallando de ira surgió al preguntarle si no se equivocó al ordenar el fusilamiento del coronel Chabani[i] diciendo que aquel militar mereció la muerte “porque su intención era hacerse con el petróleo del Sahara”, una afirmación con poco sentido en aquel tiempo.
Al despedirnos nos sorprendió diciéndonos que, aunque pensaba organizar su propio movimiento político[ii] su ambición era convertirse en “pacifista”, curiosa palabra en boca de un hombre responsable de una larga etapa de terror.

MANUEL OSTOS

    
  
(11.04.12)

[i] Mohamed Chabani, coronel del Ejército de Liberación Nacional se opuso a Ben Bella tildándole de dictador y organizando una revuelta militar en 1964. Detenido el 8 de julio de ese año, fue condenado a muerte por un tribunal militar el 2 de septiembre y ejecutado un día después en una prisión de Orán. Ben Bella organizó la composición del tribunal y pidió que le condenaran a la pena máxima. En 1984 fue rehabilitado
[ii] Ben Bella creó en 1980 el Movimiento por la Democracia en Argelia (MDA), que sería legalizado diez años más tarde. Su escasa audiencia popular le condujo a congelarlo aunque no fue disuelto oficialmente.

jueves, 25 de agosto de 2011

LA CRIMINAL OTAN

No hay que vendarse los ojos. Los rebeldes no han ganado la batalla de Libia. El verdadero ganador es la OTAN que ha puesto todo su poderío militar al lado de los insurgentes para permitir que éstos puedan vencer a Gadafi. Violando la resolución del Consejo de Seguridad; interpretándola a su gusto, La OTAN se ha convertido en Libia en una organización criminal cuyo objetivo nada tiene que ver con la protección de la población civil. La OTAN ha cometido más víctimas civiles que Gadafi. Durante la batalla de Trípoli dejó atrás la hipocresía para actuar sin tapujos como la fuerza aerea al servicio de los rebeldes. Y es evidente que la meta de esta agresión contra el pueblo libio era permitir a Sarkozy y Cameron hacerse con el control de la riquezas petroleras a través de un régimen títere.

It should not be blindfolded. The rebels have not won the battle of Libya. The real winner is NATO that has put its military power with the insurgents to allow them to beat Gaddafi. In violation of Security Council resolution, interpreting it illegaly, NATO has transformed ​​in Libya in a criminal organization whose goal has nothing to do with protecting the civilian population. NATO has committed more civilian casualties than Gaddafi. During the Battle of Tripoli left behind hypocrisy to act openly as the air force in the service of the rebels. It is evident that the goal of this aggression against the Libyan people was to allow Sarkozy and Cameron to take control of oil wealth through a puppet regime