IN AMENAS: ARGELIA RESPONDE CON LA FUERZA
Nadie podía esperar que Argelia negociara
con los terroristas que, dando pruebas de una gran audacia y burlando las
medidas de seguridad impuestas en las zonas petrolíferas y gasísticas, se
apoderaron de la planta de Tiguenturine (In Amenas) y de la zona de habitación
colindante.
Rechazando de plano cualquier negociación
con el grupo autoproclamado “Los que firman con su sangre”, Argelia
ordenó a sus fuerzas especiales eliminarlos pese al baño sangriento que ello
significaba. Los resultados son dramáticos: 37 rehenes asesinados, 29 terroristas eliminados y una operación mediática de la que Argel, hay que
decirlo, ha salido malparada.
Argelia empleó la fuerza como lo ha hecho
Israel en muchas ocasiones. El estado judío no solo no negocia sino que
persigue a sus enemigos hasta liquidarlos físicamente donde sea. Y si existe un país que
haya acumulado por desgracia una larga experiencia en la lucha contra el
terrorismo islamista, no se olvide que éste es Argelia.
Hace años que los argelinos han puesto
precio a la cabeza del cabecilla terrorista Mojtar Belmojtar, uno de los más
sanguinarios procedentes del desaparecido Grupo Islámico Armado (GIA). Cuando
los miembros de esta banda crearon el Grupo Salafista para la Predicación y el
Combate (GSPC), Belmojtar hizo del Sahara su zona de acción dedicándose al
contrabando, la droga y el secuestro de extranjeros, acumulando así una verdadera
fortuna.
Al afiliarse a la organización de Ben
Laden, los salafistas argelinos se dieron el nombre de “Al Qaeda en el Magreb
Islámico” (AQMI) proclamando que combatirían a los “cruzados” occidentales y al
poder “herético” instalado en Argel. Belmojtar terminó por crear su propio
grupo sin que les faltaran sus aliados en el variopinto panorama de las fuerzas
integristas y los tuaregs que regresaron a Mali bien armados y pertrechados al
término del conflicto en Libia.
Quedan, sin embargo, algunas zonas
oscuras para explicar la facilidad con que los terroristas pudieron llegar a In
Amenas sin ser detectados y asaltar el complejo gasístico. No puede descartarse
la posibilidad de que contaran con la complicidad de algunos de los operarios
argelinos que trabajaban allí o se aprovecharan de fallos en el sistema de
seguridad que corría a cargo de la gendarmería y el ejército argelino.
En cualquier caso, la lección es muy dura
para Argel. Durante los diez años de conflicto civil desatado en 1991 no tuvo
lugar un atentado de las proporciones del llevado a cabo por los islamistas en
In Amenas.
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